miércoles, 20 de octubre de 2010

Anotación final. Ficción

Diario de Mr.D
Miércoles 20 de Octubre del 2010
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Desprendo el telón, es necesario exponer mi mayor miedo. Entré, me detuve en una esquina y me agaché. Apenas podía ver. Permanecí ahí, perplejo y boquiabierto, haciendo lo posible por contener el llanto y el mínimo susurro. Me mantuve ahí mismo solo pero lleno de miedos, con ganas de salir corriendo pero con los talones como tiesos no sería posible siquiera intentar moverme. Inmóvil totalmente; era como que ese miedo me tomara las vísceras y las llenara de ceñidos nudos jalándolas de golpe. La puerta dejaba oír el viejo crujir, una banda sonora que se acoplaba en perfecta sincronía al pitido casi imperceptible del viento que se infiltraba por las persianas de esas ventanas llenas de polvo y telas de araña, golpeando los cuadros en fila, alborotando las sábanas. Yo tenía mi propio recital: la saliva circulando mi paladar desembocando en mi garganta simulaba un acorde de bajo, mis agudos chillidos hacían de platos dobles, mis raudos latidos de tambores. Todo sonaba muy vibrante y tétrico.
La noche avanzaba en cámara lenta y la oscuridad jugaba su propio papel. La rendija de la puerta dejaba ver una tímida luz salida de lo alto, de otra rendija, y así una tras otra. Como un efecto dominó. Ese fino destello, una franja blanca en una celda todo de negro. Una luz de esperanza. Pronto esa silueta larga y luminosa se deformaba disipándose entre la oscuridad.
Los tambores volvían a resonar, esta vez más fuerte y rápido, el sudor me ha empapado por completo y las pupilas dilatadas cayeron en asimetría. El halo de luz desaparece. La oscuridad se apodera de la escena, siento como me ahogo con mi propia saliva. De pronto toda esa melodía se detiene, sólo se logra escuchar mi  aliento, lentamente me contraigo con las rodillas pegadas al pecho y mi cabeza sobre ellas. La puerta se cierra. Aprieto los párpados, contengo mi respiración y espero. Se siente un frío inicuo y repentino. Solamente me dejaba guiar del olor, el miedo me ha quitado todo los sentidos en segundos. Me ha arrancado el alma también, o lo que había de ella. No era un sueño, tampoco una triste pesadilla, pero sentía las tinieblas embalsamar mis pies. Y eso no era precisamente lo que necesitaba tener a mis pies.
Mi pedido silencioso ha costado caro. Al silencio no se le engaña con más silencio.
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Todo el mundo llora, suena un redoble y cae el telón.

4 comentarios:

Hasta en el último rincón dijo...

Sentí cada palabra, cada detalle, cada cosa descrita como si fuera real.
Y es tan cierto... al silencio no se le engaña. Imposible.

Mr.d dijo...

Una vieja moraleja. La soledad y el silencio...

Lara Holmes dijo...

Ay!...q miedo!! xD

Bren dijo...

Interesante post Mr.d en este post tambien conseguiste transportarme haciendo realidad y palpable cada palabra...cada sentimiento...