domingo, 7 de noviembre de 2010

—LA PRIMERA CITA—parte II

...el miedo permanecía latente, y el sudor aunque frió seguía siendo igual de penetrante. Ya no podría regresar a mi posición pensante de hace rato. María Pía ya me había visto de esa forma extraña y con toda la ingenuidad de una niña solo me preguntó que es lo que hacia allí abajo. Y prosiguió:
¿Acaso se te cayó una moneda? ¿Te ayudo a buscar? —dijo moderadamente, al tiempo que bajaba lentamente las escaleras y dejaba que la puerta se cierre al ritmo del viento. Traté de esconder mi puño entre mis rodillas para que no vea mi mano manchada y empolvada pero al parecer en ese intento por ocultarlo ella se percató de ese detalle. Antes que ella pregunte le dije No es nada, me resbale por venir corriendo dejando suelta una sonrisa de lado, típica del mal mentiroso. Ella se acercó a mi se agachó lentamente tomando con sus manos delicadamente su vestido gris con tonos rosas. Al inclinarse totalmente quedó casi de frente mio, a unos diez centímetros de mi rostro. Sentía como las gotas de sudor caían por el costado de mis patillas y se me erizaba la piel en piernas y brazos. Yo seguía sosteniendo el tronco que cayó al piso y con el puño cerrado casi temblando. Desde aquella vez en el panel estudiantil no la había visto tan de cerca. Ese rostro limpio y su sonrisa pura disipaba mis nervios y evaporaba el sudor. Me inspiro suficiente temple para dejar que tome mi mano maltratada y al verla me dijo Vamos adentro, en el botiquín habrá algo para curar esto, no se ve tan mal, ¿te duele mucho?— Le respondí que si, con menos timidez y devolviéndole la gentileza tome su otra mano e intente ponerla en pie, ambos lo hicimos. Noté que era mas alta que yo, que sus ojos eran pardos y sus labios rojos como fresa. Ella tampoco dejaba de mirarme. Luego soltó lentamente mis manos, dio un medio giro y puso una de sus manos al costado de mi cadera como reposicionándome hacia el acceso hacia la puerta. 

Ya dentro de aquella enorme casa que por fuera parecía olvidada por el tiempo las evidencias de una vida alturada eran mas que notorias. Muebles de moda, betamax, esculturas de bronce, cortinas triples de seda,   piso laminado y un intenso olor a jazmín. El status imaginario de un limbo. 
Me invitó a sentarme en tanto seguía observando los detalles de esa bella sala. Al fondo de un largo pasadizo se apreciaba la silueta de una señora, muy guapa y elegante observándonos con cautela. Al parecer su madre, de tal palo tal astilla dije, y como hablando de palos, yo aún sujetaba el tronco en mi mano. Con sigilo la coloque a mis costado luego de sentarme en el sillón con María Pía. 
Voy a traerte agua y le preguntaré a mama que puede ayudarte con la herida, espérame no tardo, estás en tu casa— con una sutileza única. Su voz parecía el cántico de una deidad.
Ya estando solo trataba de acomodar mi largo cabello y limpiar con mis dedos restos de polvo en mi rostro. Una de las estatuas de bronce brillaba tanto que de su costado apreciaba mi reflejo, eso me sirvió para acomodarme al vuelo. Continuaba observando alrededor y a la vez pensando en lo que haría al regreso de mi amiga.
Desde el fondo del pasadizo que contemple minutos antes se escucha la voz de la señora diciéndome Hijo, entra al baño y lávate un poco, ahora voy a ver tu herida, al costado del pasadizo hay una puerta, entra— devolví el gesto con un simple "gracias señora". Me puse de pie para ir a baño, no podría hacer un desplante en casa ajena por el solo hecho de sentir vergüenza. 
Llegando a la puerta de ese baño, me encuentro con María Pía, que venia en dirección de su habitación portando un botiquín. Me dijo "entra rápido" vino tras mio y cerró la puerta. Encendió las luces. Un baño a la altura de esa bella casona. 
Siéntate en el inodoro voy a limpiarte, puede que te arda— me dijo. Como era de esperarse me ardía mucho, aunque la herida no era profunda se había llenado de tierra. Un poco de agua oxigenada alcohol para sacarme, algunas lágrimas y un vendaje apretado. Una lavada y listo. Ella se había concentrado tanto en la faena que no atino a mirarme. Luego se lavó y salimos del baño sin decir nada. Abrimos la puerta coincidiendo nuestras manos en la manija de la cerradura. Nos miramos.
Salgamos de acá, vamos al parque quiero un helado— me dijo al tiempo que terminamos de abrir la puerta. No le respondí. Al salir chocamos contra un muro, o eso creímos. Era su madre, se le veía molesta...  

5 comentarios:

Hasta en el último rincón dijo...

Pero que manera de dejar en suspenso x Dios!!! Qué pasó!!! No me digas que la vieja resultó ser tremenda bruja! Cuéntalo YA!!!

Mr.d dijo...

Corren las apuestas:
.Bruja
.Neutral
.Angel
El martes acaba, se espera la opinión de los cuatro gatos que parecen tres pero son dos.

Bren dijo...

ay q pesado !! hasta el martes???? yo apuesto q la vieja no es ni bruja ni neutral ni angel solo una madre mal pensada al ver a su niña encerrada en el baño con semejante forajido jajajajajaa mentira mr.d pero continua la historia now! es tan tierna, inocente, envuelve ...

Hasta en el último rincón dijo...

Seeee! Pero para mi la vieja es bruja... no me cayó con su "no demores cielo"... ese cielo nome gustó nadita.... Pero quiero la parte IV right now!!!

Mr.d dijo...

Esa parte 4 vendría a forma de epílogo. Le quitaría algo de ternura a las tres partes anteriores. Sería como "quitarle la chochería" a mis inquietos cuatro gatos...