jueves, 9 de diciembre de 2010

Mundo Ausente 9

Creí que ir pensando en cosas que tenía pendientes por hacer y sus probables soluciones haría que el tiempo a transcurrir entre mi andar y mi distante destino haría el viaje algo menos tedioso. Pensaba en lo mucho que le debo a la vida y lo mal que he correspondido a quienes me quieren, en miles de cosas como esas y que en lugar de animarme me acongojaban aún más. Caminaba ligero sosteniendo en mi espalda la ligera mochila y llevando en mi mano una botella de agua y un bastón de palo para apoyarme en ciertos tramos donde la ruta parecía un pasaje de azufre y roca caliza.
Pensé en lo que había ganado de todo aquel peregrinaje, insólito pero fructífero. En los personajes de aquella serie de ficción y en las paradojas de la vida. En los términos que me eran muy familiares: supervivencia y fe. Me preguntaba, por que nunca me atrevo a hablar con mamá sobre la historia de mi padre, por qué no tengo el temple para ver sus fotos y saber como es. Y como ese dolor y orgullo alimentaron mi ser, día tras día. Pensé por último en mi abuela, en el eterno amor hacia ella y la impotencia de saber que el tiempo hace mella con cada uno de nosotros.
En veinte minutos llegué a un cruce en la cumbre de un cerro, desde el cual se apreciaba un paisaje terriblemente hermoso, del cual ya me había habituado. Avisoraba desde aquella prodigiosa posición la eternidad de la sierra, herencia de nuestros orígenes. De la majestuosidad de un mundo que fue aplastado por la selva de cemento habitada por zombies paticojos. De las vacas a las conservas, de la sangre al mestizaje. 
Me senté no por cansancio, pero si para recordar las palabras del joven que me aconsejó como no  perderme. No lo estaba pero si no tomaba la decisión correcta, pronto lo estaría, al norte un caserío, del oeste aparentemente nada, y del otro lado la confluencia del enorme rió y las decenas de acequias desembocando en él. Desde el cómodo peñasco donde yacía sentado pude ver la silueta de un joven, con una enorme mochila, llevando en su costado a modo de apoyo, una bicicleta empolvada. Se acercó a mí y me saludó con un hola, se le notaba imponente y seguro de sí.
¿Estás perdido?— me preguntó, y antes de que respondiera prosiguió...
No te recomiendo quedarte mucho tiempo sentado, si quieres ir al caserío de allá, debes aprovechar de las horas de sol que restan antes que la lluvia te haga añicos— me dijo con un tono algo cansino, por su aparente tragín, al parecer mayor que el mío. 
Su aspecto no me otorgaba confianza, el cabello largo arrastazado, envuelto en tierra producto del desaseo previsible, quizás de muchos días, una bermuda larga, un polo bombacho y la piel totalmente bronceada, la barba mal crecida y las zapatillas atadas con furia y apuro. Se sentó cerca de mi.

Tienes razón, debo apurarme— le dije, con algo de retardo.
Tomate tu tiempo igual, de todos modos no te perderás, ¿qué haces por acá?— me dijo.
Vine por un trabajo de la empresa donde laboro, y bueno ante la distancia y la inclemencia del lugar nos vemos obligados a hacer campamento hasta que acabemos, nos separamos en grupos y mi compañero y yo nos perdimos un par de kilómetros atrás y decidimos desagruparnos para que el retorne a Uyurpampa y yo vaya a conversar unos temas para el empadronamiento de mañana con la gente del otro caserío. Después de eso, no se que haré aseveré con algo de gracia, con lo cual logré también que el ria. 
Bueno, chamba es chamba causa, sabes yo no quisiera irme de este lugar, vine por deporte down hill, no se si escuchaste, vine con unos amigos, la pasamos bien hasta que en un momento me harte de ciertas cosas y discutimos, ellos regresaron a Chiclayo y yo continúo divagando por estos lares, y creeme es de lo mejor que me ha pasado...
Ahora veo porque llevas tu bicicleta, el deporte de aventura es común por acá pero conlleva sus peligros, yo soy un maricón para esas cosas. Bueno yo me la he pasado quejándome de este lugar pero a punta de golpes he aprendido muchas otras también, y sin dudas han repercutido en mi...
Me miró desde donde estaba, directo a los ojos. Lo que a continuación me diría serían palabras forjadas desde las entrañas:
Te diré algo. Esta vida no es la que llevamos, este mundo no es el universo. Cada uno de nosotros tiene una vida como individuo y un mundo para si, y la confluencia de nuestras vidas y nuestros mundos conforman lo que llamamos el mundo. De allí nace el amor y los demás valores. Aunque nuestro origen es aún materia de discusión que no amerita ser mencionada ahora mismo, debes entender que cada persona deja algo en nuestras vidas, tu jefe, tu compañero, quizás yo. Todos. Pero esta gente es esencia pura, estas personas todavía conservan ese matiz perdido por la modernidad, el afán curioso pero desinteresado, la ingenuidad e incluso la desconfianza producto del arrebato que nosotros mismos hicimos sobre nosotros mismos. Es irónico pero les hemos dado el espaldarazo y sin embargo, ellos siempre te sonríen, extendiéndote la mano, dándote un queso o un vaso de agua. Les quitan sus tierras, les quitan su idioma, les quitan su honra, y siempre miran sin decir nada, con dignidad y fe. Si sigo aquí es porque de alguna forma sin esperar nada a cambio, me reconforta saber que no soy parte de esa incalculable mayoría enclenque, y aunque no ayudo mucho, almenos...
Recuerdo haber bajado la mirada lentamente con resignación y vergüenza incuestionable. Aquel joven al que aún no le preguntaba su nombre, tenía voz de mesías y mirada rehabilitadora. La vida nos había separado una entrevista y aunque comprendí todo lo que dijo,  inevitablemte le hice una pregunta que no venía, pero que debía:
¿Hasta cuando piensas quedarte?— sintiéndome un tonto tras decirlo. Retomé mi mirada en el. 
No lo se, eso es algo que no puedo responder—me dijo al tiempo que se ponía de pie.  
No me has dado tu nombre, yo soy Alan— le iba diciendo, poniéndome también de pie.
Que tonto, discúlpame, Alan yo soy Tomás, pero mis amigos me dicen Tom...
Tom parecía llevar en su sangre el legado de Luther King, Lennon y Ernesto Guevara. El afán e revolución y justicia ardía en sus ojos, el amor a la naturaleza brotaba de su ser y sus palabras remobían cualquier cimiento nazi. Noté que era más bajo que yo y le calculé 26 años, yo entonces tenía 21. 
Debes continuar sin titubeos Alan, y recuerda que esta vida es una tela de humo, que no importa lo que los demás hagan, sinó lo que tu buscas y quieres. Y si encuentras quieres. Preguntate sin responderte, camina sin saber donde, duerme sin cerrar tus ojos, pero incluso ante esas ironías nunca pierdas la fe en ti mismo— fue lo último que sabiamente me dijo aquel heredero de Dios.
No atinamos a preguntarnos mas sobre nosotros, ni procedencias, ni destinos, ni apellidos ni nada. Era como una estancia para beber agua y continuar. Quizás no se llevó mucho de mi, pero lo que el transmitió para mi lo llevaría en mi mochila hasta mis días. Me dio la mano, me sonrió cálidamente y prosiguió su camino por el cual yo había venido. Dejándome la senda limpia y alma sin llanto. Lo contemplé desde mi lugar hasta verlo desaparecer por la niebla y el culebreo de la ruta. 
Ya no importaba ir o venir, llegar al caserío, acabar el trabajo, Tom me hizo ver el futuro en sus puños y en sus ojos. Ha entender el sentido de la vida.
Aquel día nació lo que en siglas he llamado Mr.D.
    

4 comentarios:

Hasta en el último rincón dijo...

Me encantó!!!!!!!!!!!!! En cualquier momento pensé que dirías que "Tom" desapareció como si fuera un fantasmita o algo parecido. Pero qué tal lección de vida... ves????????????? TODO PASA POR ALGO!!!
Pero no entiendo una cosita... xq Mr.D nació de esta experiencia???
Esperaré impaciente la repsuesta para dar por concluida esta fantástica crónica de viaje. Un loco viaje que dejó una gran huella en tu alma y corazón.

Mr.d dijo...

Sin dudas un viaje perecedero. A manera de prólogo, después de esos minutos con Tom el sentidod e mi ruta no importaba mucho, mi ideología había tomado forma y el miedo que tenía de pensar en cierta forma como él se disipó al escucharlo. No supe más de el y creo que es mejor así. Pero seguro aprendí mucho. De allí renací, eso quise decir.
A menos de un mes, ya en la oficina, lo cual es otra historia, me despidieron del trabajo.
Pero creo que todo se sucita por algo.

Bren dijo...

Cuando nos topamos con personajes como Tomas cuando una situación inesperada se presenta de pronto todo se ve diferente y el sentido cambia totalmente...excelente relato mr.d :)

Mr.d dijo...

Uyurpampa y esa sierra era el vivo purgatorio. No se si me gané un pedazo de cielo en estos años, pero sin dudas, aprendí.