jueves, 27 de enero de 2011

3

(De "Leyenda Negra" página 3)

Se detiene donde se termina aquel largo camino de aspecto de lejano oeste, en el cual convergen otras tres de menos longitud pero todas más frías que la próxima comenzando por la que inicia de más al norte, de figura serpenteante y repleto de piedras salpicadas seguramente por los muchos camiones de transito pesado que recorrían. La del centro que era una especie de embudo pues acababa en un estrecho cuello que terminaba en un manantial que en realidad era estercolero y la que se prolongaba más al sur, más extensa en largo y ancho que las otras dos parecía nunca acabar y estaba rodeada de una niebla polvorosa y algunos solitarios y achacosos robles. El frío boreal parece congelar los quijotescos sueños y su ensimismamiento cede a la impaciencia.

Pone su mejor esfuerzo por evitar hacer ruidos al entrar a su vieja casa, ha pasado mucho tiempo. Acostumbrado a levantarse con el característico beso de buenos días de la niña dorada -siempre despierta antes que él lo haga- el sonido del chorro de agua proveniente de la ducha al final del pasillo, lo llena de curiosidad. Ese mismo deseo que lo hace levantarse y dirigirse lentamente hacia el baño. Retira de sus enormes pies sus viejas botas de color pardo, intentando ser lo más sigiloso posible.
Tan pronto ese silencio se desploma: la puerta entreabierta deja ver lo que parece ser, charcos de sangre emanando del baño. La bañera desborda tanta agua que parece limpiar la escena aquella. Miró antes de entrar por sus costados, murmurando con su propia sombra, desconfiando hasta de si mismo. Intuía lo peor, Jenny, la persona que más ama se estaba esfumando de su propia vista, sin que el y su cancerígeno cuerpo de cien kilogramos pudiera hacer algo.
Refutaba miles de cosas, mentalmente, impávido ante lo que había ocurrido, preguntándose porqué ella, porqué no el. Se unió a ese festín encarnizado, paso a paso, sintiendo la sangre filtrarse a través de sus erosionados vellos succionando su alma. Arrancando la libertad que aquella niña le dio.
Pero no había cuerpo para tanta sangre. Solo toallas y restos de papel en el piso. Eso le dio una ligera esperanza, por no decir un pretexto para buscar venganza. Se habían llevado el cuerpo de su amada Jenny en su propia cara - algo que no podía admitir- o le estarían tendiendo una trampa.  

Su sonrisa se desvanecía bajo la luz y su piel se hizo tan gélida como sus uñas. Chaun se queda mirando a la nada, desorbitado como la jauría de perros sin presa; buscando cabos por atar, lo que había olvidado producto de su ira y lo que su instinto animal le devolvería en segundos de lucidez. Lentamente se dirige a la ventanilla de la parte superior de esa bañera sin importarle desparramar más sangre, sin buscar evidencias más que siguiendo su intuición.
El rostro ojeroso, gris, devastado. El viejo rostro de la guerra había regresado. Su sed de venganza subía y bajaba rítmicamente y la sonrisa jamás le volvería al rostro. A menos que dibuje una de ellas en los rostros de sus enemigos. Cinco años alejado del submundo, una promesa que solo rompería por ella. Y el viejo Chaun, hacía las cosas a la vieja usanza, no importaría cuantos cayesen, por recuperarla, pues no es un sueño, no es un recuerdo. Lo está viviendo, nuevamente agazapado, entre la basura atómica. Aunque no diferencie entre realidad y ficción.

El mar de luna sin calma se deja escuchar desde la ventana, en la clandestinidad del amanecer [...]

3

miércoles, 26 de enero de 2011

Behind me !

Conocí la sombra del océano
cuando circunda el muelle.
Y conocí la penumbra de las estrellas
al caer el alba.
Conocí el color de mis huellas
y su rastro al correr.
Y conocí también el miedo
cuando el sol se oculta tras de mí.

En ese solo andar te conocí,
sobre el faro mirando Venus.
Te recuerdo de la eternidad,
en la mente dormida,
en sueños que parecen
irreales deseos,
sin saber donde ir.

Haciendo polvo la distancia
moldeados por la ilusión ,
haciendo volar nuestra mente,
aferrados a los columpios,
respirando el mismo aire.

Y entendí que por ti...
los miedos perecen
los muros caen, por altos que emerjan.
Y entendí que...
la lluvia cae
y cubre todo lo que conocemos.
Y entendí que...
por sobre todo tu estás allí
conmigo.

lunes, 24 de enero de 2011

Quizás sea posible ...

Nuestra historia comenzó
una tarde cualquiera,
jugando a la casualidad de los dados,
por los muros trepados
que llevan al campo
donde la espiga crece lentamente,
como la esperanza evadiendo la niebla furtiva.

Dejaste que mis huellas mueran en la arena
y mis labios resuenen por última vez,
desnudando tu sonrisa,
haciendo poesía mi caricia,
dejando ese olor a tierra
tras la lluvia caer.

Me has quitado el frío
abriéndome el pecho,
sacando de él la daga
que incrustaba mi alma
y has bañado con mis propias lágrimas
esa pena que retenía mi ser.

Eso que las respuestas no pueden preguntar
y las ecuaciones moldear,
pues tu sonido inunda toda razón.
Me enseñaste que
mis cadenas no tienen llaves
pero mi corazón si,
y haces una alcoba de él.

Y es por ti que entiendo ahora
que el amor deja ausente el miedo
y congela el futuro en su resplandor,
que el pasto es verde día y noche,
y que para cada cielo azul hay un mar azul
aprendí que un corazón abierto no cierra
cuando entra en él el amor.

Freedom

Los molinos serpentelantes
descomponen nuestra balada
tus manos sobre mis hombros
la réplica de una ecuación
de perfecto Mozart

Cantemos sin bliss
Noviembre se fue
y su revoloteo por fin
coreamos revolution tres veces
revolution of love una vez

La oda se hace grunge
golpeando las linternas
saltando de a tres
los callejones de la vida
capturando el alba

Cantemos sin bliss
Noviembre se fue
y su revoloteo por fin
coreamos revolution tres veces
bailemos otra vez.

viernes, 21 de enero de 2011

2

(De "Leyenda Negra" página 2)

Sus vagos recuerdos de treinta años atrás lo llevan casi por acto involuntario al sometimiento de la culpa y el esfuerzo. 
—¡Maldito mundo!—asintió agobiado. 
Sin dudas su cólera arremetía contra si mismo, en tanto más se esforzaba, más se olvidaba de lo que intentaba recordar. Recordaba el rostro de Jenny pero no lograba enlazar una escena entre ella y el. Era como si la guerra le hubiese borrado parte del encéfalo y sus recuerdos se desparramasen a la intemperie. Más de sesenta años viviendo como una escoria y sin embargo, no podía establecer contacto con un simple recuerdo, limpio y sereno. Era como si intentase pescar en una piscina, se sentía inútil de no poder hacer algo tan simple. Más simple que acabar con una vida, las decenas de vida que se carga consigo el viejo Chaun.

El viento arremete sin clemencia y algo en ese frío atómico le trae delante de si un recuerdo, por fin uno. Jenny toca el piano en la iluminada saleta de su otrora casa en los suburbios y muy cerca por entonces el joven y lúcido Chaun preparando un suchi, el humo caudaloso de su cigarrillo y el éxtasis en sus ojos de lo que para el era comparable a una sinfónica en París perpetuarían ese recuerdo.
Jenny era una prodigio con el piano y odiaba el cigarrillo. Salvo si Chaun -a quien se obviaba, quería como a un padre- lo hacía mientras ella tocaba del piano. 
La recuerda mirando con sigilo la ventana que daba hacia el jardín lleno de jazmines que la misma Jenny mandaba a plantar, asegurándose de que el viento no filtrase por las persianas y su dorado y delicado cabello revoloteara sobre sus ojos, echando a perder el festín sonoro, tan confortable para su amado Chaun. 
—¿Deseas beber agua? —recuerda preguntar. ¿O quizás quieres bombones?
Jenny asintió con un ligero movimiento de cabeza. Deseaba no equivocarse por dar respuesta al cordial suplicio.
Recuerda besarla al llevarla a dormir situando sus dos muñecas favoritas a cada lado de la cama, amoldando las almohadas al tamaño exacto de su delicado cráneo y tapándola con las sábanas para acomodarse a su costado y contarle el cuento de siempre, el mismo de hace 3 años, Den standhaftige Tinsoldat. Chaun nunca se sintió tan dichoso. 

A su vez que ese recuerdo se esfuma en la nada, se pregunta que tuvo que pasar para convertirse en un ser rupestre y carroñero. Porqué involucionó de tal forma que hasta su alma parecía resquebrajada y negra como el ambiente hostil de la guerra de ese espacio subterráneo. Como las sombras al costado del camino augurando la noche.

La linea en el horizonte se hace parabólica y su recuerdo una vez más se pierde en ella. Pero permanece agachado, sosteniendo la muñeca. Aguardando. Como el lobo bajo la luna llena.


— 2

jueves, 20 de enero de 2011

Leyenda negra

Leyenda negra

Ha quedado aislado entre su pena y la retícula de su sueño. Chaun Lennox ha convertido su histerismo de antaño en furor y esperpento. Como el tren que ronda la noche, acechando el ruido del pasto con su sigilo, rozando la pureza antes del ocaso. Ya no le quedaba fe en el mundo y sus armas no le servirían para salir airoso de esta guerra de mentiras.
El negro oscuro de la noche y el no perecer en ella eran ahora parte de su nuevo hábitat. Un héroe con sonrisa de medio lado, como satisfecho de su propia mierda evasiva de clichés. Lennox no creía ni en si mismo para comerse la charlatanería que rodeaba la suela de sus zapatos. Para él las reglas democráticas eran como el abono entre la basura. Basura comprando basura. Gente alquilando verdades.Verdades vendiendo dinero.

Sus propios códigos y su palabra eran lo único que lo mantenían en pie. Por no decir sus cojones. El viejo Lennox, sobreviviente de una guerra que él no comenzó, pero que se encargaría de cerrar a golpe limpio de pólvora, al estilo de un viejo western, escarbaba con sus botas -si es que se le puede llamar botas a lo que parece ser un tablero de pruebas de balística por donde salen miles de abejas que husmean entre la pezuña-  por entre los bloques de cemento de lo que fue un día una ciudad emergente, la cúspide de los pecados salitrosos. Esperaría encontrar quizás un billete de lotería, que jamás canjearía, o tal vez un poster de Marilyn Monroe.

El brillo dorado entre los restos desechosos le hicieron creer que se cumplía uno de sus cavilaciones.
Una muñeca se dejaba ver bajo una caja que la mantenían nueva, como una cúpula anti neutrónica. Se quedó quieto, sumido en la cara de cuento de esa muñeca dorada. Inmóvil, símil a la quietud de sus viejos camaradas pisando minas tras escuchar el clic detonante, viendo décadas de fracaso en el breve clic de ese sonido que sería el último de sus pobres vidas.

Las colillas inmersas por entre la punta de su lengua y sus dientes caen por acción de la sorpresa, el alquitrán esparce su sabor a ceniza y resignación que ennegrecen sus recuerdos y su erizada barba blanca de miles de batallas le han dejado dibujado un mapa en su rostro. Lo único blanco en su rostro, sus feas barbas. Ni siquiera sus dientes son blancos.

Se agacha con el único esfuerzo que le permite su vejez para tomar con su manos la muñeca bajo de si, retirando con cuidado el cigarro en el, como levantando un muerto, esos que le eran tarea de todos los días en la guerra. De cuclillas mirando el humeado horizonte toma con cuidado la muñeca, como rescatándola de esa inmundicia.
Esa muñeca le recuerda a la pequeña Jenny. Jenny le dio la paz que jamás encontró, que jamás tuvo. Era su cómplice silenciosa... Era un recuerdo poco ecuánime, el camino de regreso era largo, muy largo.

— 1

lunes, 17 de enero de 2011

Hasta pronto

De que sirve la elocuencia,
de que vale la persistencia,
los preceptos gramaticales,
en rimas demenciales,
retar el odio con amor,
jugando a ser escritor.

La ironía de la pulcritud
a un paso del talúd,
inventando fantasías
en frases vacías,
puntos al final de una oración
y coros melódicos de canción. 

Jugando con recuerdos,
soñando como despiertos.
De que sirve
lo que nadie percibe,
escribiendo a diario
en lo que no es un diario.

Mi tiempo es oro
y ahora lo valoro,
reverencia al populismo
displicencia al cataclismo.
Humo negro es mi bandera
como piel de pantera.

Los aplausos no me dan de comer,
mis escritos no los han de leer,
mi rutina se calcina
como niño en la cantina,
mi tiempo mi vida es
como el sol mi luz es.

No anhelo reconocimiento
tampoco detrimento.
No he perdido inspiración
pero si motivación,
el juglar cansado de gritar
ahora se debe distanciar.

domingo, 16 de enero de 2011

Ignorante mayúsculo

Su rima sin ritmo
en la popa sin remo va,
como resplandor infralunar
arengando el cantante juglar va.
Sus acentos oblicuos
como vientos perspicuos
apología de un arpegio,
deletreado cual prodigio.
Canta la elegía blandicia
destinada a la inmundicia.
Al pie del sucio poema
el hentai es un dilema
y el juglar en la acera
teme ser una ramera.

sábado, 15 de enero de 2011

Risas

Risas demenciales acompañan nuestra huida
de la villa sin fondo,
por las escaleras los pecados van volando
y las ventanas echando fuego de ellas.
La vista atrás para ver de lejos un espiral
alrededor de la rosa marchita,
contraste de barro y soledad bendita.
Mirada coloidal a nuestros recuerdos
y el cuento de monjes
en una botella
flotando sin norte.
No corras, siempre estuvimos descalzos
a solas retando las risas.

viernes, 14 de enero de 2011

Slogans de paz

He soñado con colores:
el verde del valle bajo la sombra,
el índigo de la corriente,
arrastrando silbidos
y el rojo del sol contrapuesto
preguntándome por la brisa
en el sendero del mar.

He soñado también con sabores,
como el confite en tu boca
en la insinuante habitación que delata.        
O el chocolate cantando
al ritmo de un suspiro.

Y he soñado
Que la lluvia salpicaba la luz
y la vehemencia de tu piel
anidaba en terreno baldío.

Sentado en un sillón
Mis sueños tejían fantasías
y las agujas del reloj
cruzaban las piernas,
seduciendo al viento.

jueves, 13 de enero de 2011

Ruta

Ruta de una sola vía que se escapa de ti
el sonido se atenúa bajo el alba
al llamarme desde lejos
armonías casi extintas sobre nuestras culpas
y el azar como espejo para la suerte

Los retoques de la desilusión
arrastrados a nuestros pies
los pajaros nos conversan
sus indescifrables secretos

Avanzando como el camaleón
camuflado en el negro asfalto
los héroes de nuestra adolescencia
yacen en cuadros sepia

Ruta olvidada de musas apolíneas
soberanas de la vaselina
contando los pasos enterrados
atrapados por la canción
inerte de dos seres sin destino.

miércoles, 12 de enero de 2011

Matiné tropical

Tenía once cuando mi madre me llevó por primera vez al cine. Recuerdo el tránsito de incertidumbre divagar por mi mente cuando me lo dijo mientras veía por teve un anime que aparentemente era Mazinger Z. No le hice caso, así que se acercó a mi, me tomó del brazo y me dijo:

Vamos hijo, está baratito... verás las imágenes bien grandes, te gustará...
Ay mami, todavía no acaba— le dije, abordando su invitación. Por supuesto mi madre no dejaría de insistir... continué en el piso observando esos dibujitos robóticos, que curiosamente hasta hoy me gustan. Deliberaba silenciosamente en si debía ir o no pero sobretodo, qué era exactamente el cine y que implicaba ir o no ir. Siempre permanecía cerca al televisor, tanto como pudiese. No se tenía el lujo de contar con mandos a distancia en esos años y las imágenes emitidas no provenían de una señal abierta y menos en alta definición. Todo a golpe de muñeca y muchas tostadas con mantequilla.

Bueno, entonces te iras castigado y no verás televisión hasta mañana— prosiguió mi madre, al tanto avanzaba hacia la cocina, como para dejarme pensando. Naturalmente así lo hice. 
Maam... ¿Qué  ropa me pongo?acoté, poniéndome en pie lentamente.
Tu overol nuevo y el polo rojo. No te demores.

La primera idea que me generaba el cine en ese entonces -de poca difusión pública- era la de mucha gente saliendo de un mini teatro con pop corn en sus manos y los ojos enrojecitos. No tardaría en afirmar luego, lo que avizaroba ser un tonto cliché. Pero era innegable que sentía un escozor en mi piel, propia de las primeras veces. Lo más cercano a mi experiencia con el cine eran las viejas películas semidocumentales de los setentas que traía el abuelo luego de sus extensos viajes o los videos en VHS que compraba mi madre para entretenerme durante mis vacaciones. Eso y los talleres de teatro de la escuela. 


Salimos de casa mi madre y yo no sin antes apagar el TV. Era de día recuerdo, una función matinal y más aún, que me alejara de uno de mis programas favoritos entonces, debería ser algo que valiese la pena. Era un niño revoltoso y bastante engreído. Bueno, quizás aun lo siga siendo.
Llegamos a la plaza principal de la ciudad, donde decenas de viviendas hechas con los años negocios, en su mayoría galerias y restoranes, conservaban su aspecto colonial. Estilo inspirado de viejo retablos con un blanco casi como el marfil cubriendo sus altas fachadas y formas que evocan tiempos criollos. El viejo cine, El Tropical, era en esos años el único en su clase. Solía hacer las veces de teatro, cine y talleres de danza. Había poca gente en sus afueras y al ingresar, enormes carteles adornaban sus paredes. Los estrenos llevaban una iluminación especial y otras que se presentaron meses atrás, aún permanecían pegados, aunque no tan estropeadas como debía suponerse. 
Mi madre fue a boletería y yo esperé, cautivado visualmente, contemplando eso que parecía un palacio. Ahora si podía apreciar algunos niños entrando a las salas, cubiertas por unos telares rojos y una luz emanando de ellas entre la oscuridad. La curiosidad por ver más me llevó casi a la entrada de una de esas salas, apunto de entrar.


Ya tengo las entradas hijos, ven es por acá...
¿Y qué veremos ma?
King Kong hijo me dijo en tanto avanzábamos.
¿King qué? o como fuese, no llamaba para nada mi atención pero me sentía cautivado por lo que mis ojos habían visto hasta allí y no había lugar para pensar que dentro de la sala las cosas no serían igual de interesantes. Mamá me tomó de la mano y entramos, sin hacer cola. Esa función apenas tenía público que se contase con los dedos de las manos.
Recuerdo una enorme sala muy oscura y una enorme escalinata delante mío, la misma que por sus costados tenía accesos a los sillones que hoy son butacas y detrás mio, al ir avanzado podía ver la luz del proyector en parpadeos cónicos que contrastaban en el fondo de la sala donde yacía una enorme pantalla donde podía verse la película que ya había comenzado.
Nos sentamos en casi todo el centro, pero en realidad teníamos toda la fila entera para acomodarnos y aunque muy oscuro, la imagen proyectada hacía las veces de reflector. Nos acomodamos rápidamente y aunque no recuerdo bien si mi madre traía algo para comer y/o beber en ese momento para mi era tan irrelevante como que llevaba puesto y que hora era. Era esa película y yo, ese cubo newtonista y mi nueva percepción visual. La grotesca imagen del enorme simio pisoteando la ciudad y la bella doncella como contraparte, el enorme ruido y la emoción de ese primer y grato momento no se olvidan, aunque pasaran más de quince años. Una curiosa remasterización de la versión original de 1933. Por supuesto esto no lo sabría sino hasta más de una década después.

Me centré tanto en el film que apenas recuerdo a mi madre sentada a lado mío y menos aún, en que momento salimos, sólo se que esa experiencia me indujo a ser un amante del cine, por lo que muestra y hay tras ella. Lo curioso es que esa magia de la primera vez aún vive en mí, cuando asisto a un estreno por mala que fuese la película. El cine ha cambiado, pero no su esencia.

 

Aveces

  A veces quiero ser halcón
y sobrevolar mis propios miedos.
  A veces quiero amar las matemáticas
y otras veces huir de la universidad.
  A veces quiero creer
pero casi siempre desfallezco en mi propia apatía.
  A veces quiero esconder mi deudas en cajones de acero
pero acabo metido en ellas.
  A veces añoro días de cuarenta y ocho horas
y otros días, la noche pretérita.
  A veces deseo congelar el amor
y otra vez creer en él.
  A veces intento orar y suplicar
pero al abrir los ojos me veo yacer entre el ocio.
  A veces me arrepiento de no haber perdonado
pero el tiempo tiene prisa.

  Alguna vez escribí en prosa
y ahora en sonetos cromáticos.
cinco veces al día,
dos horas por semana.

  Alguna vez dije "te amo"
y no fue cierto.
Cuatro veces amé
pero tres veces mentí.

  Alguna vez te vi partir.
y no lo evité,
una sola vez,
una sola vida.

  A veces olvido.
  Algunas veces recuerdo,
pero nunca sentí a pleno
ese amor colgado sobre el arco iris del que todos hablan,
ene veces.

martes, 11 de enero de 2011

Vocablo

Qué es veneno sino ...
el deseo mimético 
al sumergirse en nuestra discordia,
caminando en una linea que no es recta
y los recuerdos borrosos
suplicando la marcha atrás.

Tu mirada no miente
pero esquiva,
tu sonrisa espacial es evidente
pero lasciva.

Nuestros miedos divagan
en la noche sublunar,
emigrando junto al péndulo
el reflejo de sus pasos.

¿Qué es el amor entonces?
el pez bajo la pirotecnia,
el suplemento del complemento,
el rojo hecho guinda,
desnuda ...
como el alma bajo nuestra piel de cristal.

lunes, 10 de enero de 2011

Inercia

Espectadores de un circo burgués.
Función nocturna en asientos reservados.
Espectadores de una función que se suicida,
sucumbiendo en su propio kipple.
Enigmas bajo antifaces.
Las risas evasivas ofuscando el llanto
de un melodrama vanguardista.
No saben nada sin repasar el guión.
Aplausos envenenados;
el rito de la vanidad de Adonis,
hablando de la vida como de un muerto,
en un circo vip o un camal de puercos,
el mensaje es el mismo:
hablan del rico hecho rico,
del pobre más pobre;
hablan del hombre como ser volatilizado,
mártir de especuladores.
El actor sabe lo que la masa quiere:
un billete de cien dolares colgando de si
y todos de pie en coro inerte y marcial.

sábado, 8 de enero de 2011

Onomástico

¿Se puede postergar un onomástico?
¿Remar con guitarras sin cuerdas?
¿En la intoxicación estética del llanto?
¿Se puede jugar a solas?
¿De a tres con el ajedrez?
¿En la dimensión emparentada del pánico?

Conspirador de mi propia anarquía
pedaleando en la oscuridad,
jugando con bolas de papel hechos regalos,
los endebles cigarrillos consumiendo la rutina.
Vivo en el pasado, es lo único que se.

Mi onomástico a capela,
palabra contorsionada en risas simuladas,
cenizas acuíferas
del día más triste de mi triste año.
Uno mas uno no es dos en mi universo.

Sunday 1.20 a.m

Quiero fumar tabaco dormido
soltar el ancla, hundirme en el perfume
de tu voz encantatoria, de sirena del ártico

Mis sonrisas póstumas como pelota en un pesebre
propuestas a la intemperie
y el blanco de la luna menguante deformado en mis grietas

No estoy blindado
mi balcón se desprende bajo la niebla
de la hostil noche negra

Ese libro ya lo leímos
el mismo café, la dama de la casona, las luces del muelle
Apostemos quien llega último, sin correr

Quiero vivir sin estar vivo
vivir para creer en mi disforia
domando leones, comiendo perdices

Inmersos en un sueño en el cual 
es imposible crear nuevos recuerdos

viernes, 7 de enero de 2011

Hablando conmigo mismo

La intermitencia de lo que debe ser real
fluye de las paredes que me delinean
inseguro de mi propia reflexión
respiro, nadando sobre el tizne

¿A dónde vamos luego de haber estado en la luna?

Es fácil correr
y dejar el dolor tras la almohada
el calendario se consume en tu marea
y el exilio tras tus ojos

Estamos solos bluffeando a la vida

Se siente como merezco lo que no me pasa
la caída en el vacío retumbando el fondo empapelado
y las mentiras de labia procaz

Los peones con cara de poker miran de soslayo

Media verdad apuñala media onza de amor
la soledad es la ficción de los llorones
tras sábanas de rosas frescas

Muchas veces el adios es la única forma.

jueves, 6 de enero de 2011

Mis mierdas en el sendero de la locura

El buen ánimo se deletrea,
el desgano se esparce
y los sueños diseminan
como pólvora de cantimplora.
Mis manos no dejan de temblar,
escribo de revés
del amor sin sentido,
de mis contiendas internas,
de las ilusiones atadas
en besos amarillos.
El eco en la cúspide cae dos veces,
el maquillaje se decolora
como la sonrisa del gato,
los geíseres apuntan al cielo
sin tocar un amanecer.

He regresado al mismo punto,
no me interesa regar esperanzas,
sigo respirando del cielo,
ese que abate mis creencias.
Debo callar quizás, correr descalzo quizás
pero nadie llegará a salvarme,
estoy solo, subraya la soledad de mi soledad.
Pegado en la ciénaga,
flotando en sollozos,
amando sin ser visto.
Solo, creyendo que el amor se vende en mercados,
moldeando secantes de sonrisas acrílicas,
retando el sueño de mi propia fábula.

miércoles, 5 de enero de 2011

Diptongo

Refugios imantados,
remixes bifurcados,
risas amorfas,
rimas atrofiadas,
Amor subliminal,
ansia intestinal,
anomalía espectral,
antagonismo terrenal.

Es lo que veo al cerrar los ojos,
Es lo que escucho al juntar mi rima.
Es lo que soy

El arcade de mi propia versión demo.

Piedras

El deseo pueril de masas ahogadas en su propia sed.
Un diseño de una vida irreal.
El buitre merodeando, los chacales aguardando,
los habitantes de la plaza, en la ciudad de los lamentos.
Sobre las piedras.

Es cuando...

El reflejo soleado segmenta la selva negra
de hierro y ladrillo.
Los encapuchados de la cripta, idos y coreografeados
van por ella atados,
desfilando impávidos directo al vacio de sus penas.
El charco en la esquina dilata la verdad bajo el régimen sodomita.
El agua tiembla...

Cuando los sueños quedan dibujados en papel
y la tristeza a doble paso,
hacen pic-nic en resoplidos lánguidos.
Cuando la verdad evade la sinfonía
y nuestro sudor hisopado
divulga el enigma de sombras volátiles
...el reloj se niega a girar.

Es cuando...

Caemos lento,
enfilando nuestro orgullo y fanatismo,
vacilando de nuestro propio morbo,
mirando de lejos la ciudad mutilada.
Sobre las piedras.

martes, 4 de enero de 2011

A song for Maya

Me guardarás un secreto
te lo diré si te quedas cerca
Me has tocado sin hacerlo
Ese aire allá afuera es nuestro
lo tomaremos bajo la sombra

Caminemos bajo el puente
creeremos que todo es verdad
Cuéntame tu vida, dime como duermes
Ese aire allá afuera es nuestro

Todo lo que necesitamos está aquí
y lo encontré en tu corazón
en el aire, en la sombra bajo el puente

Ahora miremos el cielo
Tengo muchas estrellas que darte esta noche
las tomaremos bajo la sombra.

lunes, 3 de enero de 2011

Aceptación

Olvidado en un cajón yacen los recuerdos,
los relatos apolillados en el costado
como destellos tribales.

El niño juguetea en el sillón
y el laberinto atemporal resuena,
la miseria es vacia como vacios son los llantos ajenos.
El niño se pregunta porque juega con su destino,
no le teme a la muerte sino a la vida endeble.
Las texturas de la habitación,
los sollozos de la noche y el frío nebular,
todo confluye en sus manos.

Su desnudes sigue quemando,
la piel mórbida se reseca al mirarse
y los hilos de la vejez,
esa vejez que pronto no le será ajena
llegará con sonrisas trilladas,
y el niño metamorfeado acabará
atado en sus propias manos,
con la disonancia de la sucia espera.

El niño deja el sillón y se refugia en su cajón
con el destino follando el espejo,
sin importar si Lennon guarda luto.

domingo, 2 de enero de 2011

Dirt

Mis pasos caen en el lago
y todo alrrededor es lágrimas y pataleos
Los caminos no conducen a nada,
incluso si pretendemos volar,
sin embargo te veo en la fosa.

Los peldaños caen como domino,
dejando el equipaje suelto,
actuando como si nunca hubo amor.
Tengo muchas cosas que aprender.
Me mantengo en pie, pero incompleto.

El odio lentamente desvanece;
es ir contracorriente por chocolates.
Rompiendo los supernovas.
Haciéndonos de lado en la ruta sin sentido.
¿Cuál es nuestra historia?

Nuestro destino baña la melancolía,
con susurros gospelianos, el desgano del espíritu.
Pero la esperanza es como una roca 
y mis estrofas sus torrentes lujuriosos.
... De nuestra historia incompleta.