lunes, 24 de enero de 2011

Quizás sea posible ...

Nuestra historia comenzó
una tarde cualquiera,
jugando a la casualidad de los dados,
por los muros trepados
que llevan al campo
donde la espiga crece lentamente,
como la esperanza evadiendo la niebla furtiva.

Dejaste que mis huellas mueran en la arena
y mis labios resuenen por última vez,
desnudando tu sonrisa,
haciendo poesía mi caricia,
dejando ese olor a tierra
tras la lluvia caer.

Me has quitado el frío
abriéndome el pecho,
sacando de él la daga
que incrustaba mi alma
y has bañado con mis propias lágrimas
esa pena que retenía mi ser.

Eso que las respuestas no pueden preguntar
y las ecuaciones moldear,
pues tu sonido inunda toda razón.
Me enseñaste que
mis cadenas no tienen llaves
pero mi corazón si,
y haces una alcoba de él.

Y es por ti que entiendo ahora
que el amor deja ausente el miedo
y congela el futuro en su resplandor,
que el pasto es verde día y noche,
y que para cada cielo azul hay un mar azul
aprendí que un corazón abierto no cierra
cuando entra en él el amor.

1 comentario:

Hasta en el último rincón dijo...

El amor es algo que no se puede describir así de fácil y gracias a Dios, abriste los ojos y ese ángel que entró a tu vida, te ayudó a volver al camino de siempre.
Esta vez, no te vas a equivocar, tenlo por seguro y créetelo de una vez.