lunes, 14 de febrero de 2011

Un catorce como hoy quiero...

Ser la canción que compones en silencio
el principe azúl que jamás se va a desteñir
el espejo en tu cartera
y la esquina de tus labios al sonreir.

Quiero ser la bruma que demarca tus pasos
el poeta en el boulevard
haciendo de una letra un aperitivo
y de tus ojos el hechizo para hadas y ángeles.

Quiero ser la puesta de sol
moldeando tu silueta
quiero ser la sombra que se espanta
cuando resplandecen tus pupilas.

Quiero ser tu mejor recuerdo
acampar en tu regazo
reir contigo a escondidas cerca
siempre.

Quiero ahora estar a tu lado
tomar tu mano
besar tus lágrimas
y correr contigo bajo la luna
Siempre. 


sábado, 12 de febrero de 2011

Tu historia, mi historia

Solía ser un libro entreabierto,
de entrelineados barrocos enmohecidos
que inundan la verdad bajo mis páginas.
Solía ser un habitante más
en esta tierra del olvido,
la oscuridad con su propia niebla
y la sombra equidistante,
bipolar y alcahuete haciendo vaivén.
Solía ser un by pass asonante,
el rincón salino del espectro
gritando displicencia.
retando la algarabía
y la pena retenida con sueños .

Ese solía ser yo
pero soy ahora
al tanto de la agria espera,
el tiempo en tus manos,
la caricia escondida,
en el llanto de revés
y el viento...
que calla al dormir.
Si, ahora soy el viento
hecho brisa con el tiempo
y el destino...
creyendo ser,
el pasado dibujando el atardecer.

viernes, 11 de febrero de 2011

9

(De "Leyenda Negra" página 9)

El estado de anarquía en El Cuerno de África (Somalia) hizo presas de sí a inocentes y culpables. Para los gobiernos del primer mundo y la ONU era imposible restablecer la paz desde afuera. Había que incursionar al centro del mismo, hacerse parte de él, como amigo del enemigo o enemigo del amigo con gente que hiciera el trabajo sucio.

Chaun era parte de los cuerpos de paz, un selecto grupo hombres al servicio de la armada de los Estados Unidos que buscaban disuadir el caos impuesto por las milicias. Junto a él otros viejos camaradas que se respetaban entre sí, pero a la vez odiaban. Como tener varios machos alfas en una misma jauría.

Era otra sucia guerra. Aunque Chaun como todos los demás, presumía que había algo más que un mero interés de defender la soberanía de un pueblo abatido, podía distinguir el olor a petróleo, y era posible que en las afueras de Somalia existieran reservas de él. Ya nada le sorprendería de parte del gobierno en el país que lo acogió tantos años. Vivió en él lo suficiente para jurar defender su causa, sólo por dinero y esparcimiento. Pero apenas y aprendió el idioma, dispuso de un mísero dinero en una medida justa para no morir de hambre y pagar sus rentas, pero no vivió lo suficiente para quedarse dentro de esa caja de mentiras envuelta en papel para regalo.
Chaun luchaba por un mero placer pero con los años fue adquiriendo sus propios códigos siendo fiel a sus dogmas. Estaba harto de pelear las mismas guerras con finalidad lucrativa, sin nada por que luchar en verdad. La política y la guerra tienen el mismo fin para él, y ambas apestan.
Aunque no tenía mucho que perder, comenzaba a darle sentido a su miserable vida. Sería su última batalla, luego iría a casa a cuidar de su hermano menor, Paul. Eso si le causaba verdadero temor, no sabía hacer otra cosa que fumar, cargar un revolver o dormir con la ropa puesta. Se sentiría más que inútil en casa, es donde la guerra cobraría sentido para él.

A cada paso que lo alejaba de la que ya no sería su casa, Chaun recordaba Somalia como si fuera ayer mismo. Sentía en el fondo un sadismo extraño al dejar a Jack ahogarse en su propia sangre, pero no era la única vez que lo dejaba así.
El y Jack no solían ser buenos amigos, de hecho nunca se hablaban, ni para prestarse la cantimplora. Jack siempre tenía una sonrisa curveando su gordo rostro al matar a cualquier guerrillero. Esa misma sonrisa hilvanaba la del resto, cortados con la misma tenaza. Pero no la de Chaun.

El Capitán Stain -lider de esa compañía- parecía tener algo preparado para Chaun, lo miraba con sigilo, estructurando un plan. Parte de la compañía se detiene bajo la colina, muy cerca a una aldea de refugiados. Stain envía a Jack, Méndez y Lennox a inspeccionar el área y acabar con todos en él. Eso no le gusto nada a Chaun y su mirada retadora poco a poco fue tragándosela, el también tenía sus propios planes. Fueron con sigilo yendo por los flancos para asestar con sorpresa. Un torpe movimiento de Jack lo hace resbalar dejando caer su casco, dando justo en la entrada de una de esas improvisadas tiendas bipersonales. Rápidamente los inquietos refugiados salen de sus moradas para ver qué sucede. Pero el inclemente Jack toma su automática y desata una balacera que en segundos acabaría con la mitad de todos. No era el plan. Pronto estarían cerca las milicias y estarían en graves problemas.
Chaun embiste a Mendez con un certero golpe en la cabeza con el mango de su magnum y logra efectuar un disparo en la pierna de Jack, que cae abatido. Va corriendo rápidamente a él y lo golpea en la cabeza.
Malnacido, la pagarás Chaun... alcanza decir Jack antes de desvanecerse.
Chaun necesitaba escapar pronto, pero tenía atrás de el a la compañía y a la milicia. Incluso si salía ileso de allí, no lo dejarían tranquilo hasta pagar su injuria. Era la regla, "no sales cuando estás dentro", la única de alto precio en caso de romperse.

Hay historias que se repiten dos veces. Pero no había tiempo para enlazar situaciones. Chaun no daría a Jenny por muerta hasta no verla con sus propios ojos. Iba a cruzar la ciudad alienada sin auto y sin armas, una verdadera locura, pero lo haría. Estaría dispuesto a que sea la última, pero no tendría caso si no recuperaba a la pequeña niña dorada. Iría tras ella, ya estaba harto de esperar pues, no hay espera más larga que el de la eternidad y el beso de buenas noches.

— 9-10 —

miércoles, 9 de febrero de 2011

7-8

(De "Leyenda Negra" páginas 7 y 8)
[...]
Dos horas de siesta no sirven para recomponer un cuerpo tan maltrecho. La puerta suena, suena muy fuerte, como si quisieran derribarla pero pidiendo permiso y exigiendo una permuta. Chaun no tiene tiempo para levantarse y tomar el arma en su habitación pues la Eagle que tenía consigo tiene el tambor averiado, lo más próximo que está a un arma son los cuchillos de la cocina -lo único para lo que entraría en ella- o el bate de baseball en la habitación de Jenny, colgando en una vitrina. Eso o sus puños. Para el no había gran diferencia.

La rendija inferior de la puerta deja apreciar una sombra estática que por su tamaño parece ser muy grande. Debe de ser uno de los besa pies de al que por ahora ocultaremos bajo asteriscos imaginando 9 letras o quizás diez.

Chaun ya no lleva esa candorosa pijama, se ha duchado y aunque sigue viéndose igual de ridículo con esa tonta chaqueta celeste, pantalón y botas de guerra se siente mejor. Sus botas parecen estar repletas de hierba ladeada y barro reseco. Afortunadamente no se puede opinar sobre las evidentes pestilencias que emanaban de esas botas color pardo.

Se detiene al costado de la puerta y abre ligeramente la persiana de una de las ventanas para asegurarse que su sospecha es lo que es.
¡Hey tío!, te ves realmente mal... expresa el presuntuoso desconocido al abrirse la puerta.
Pudo haber entrado sin hacer ruidos, sin embargo decidió hacerlo de esa forma, un gran error, piensa Chaun. Apenas minutos antes protestaba consigo mismo sobre puertas, ventanas y nimia moral.
Pues no has dicho nada nuevo...— replica Chaun, mascando su chicle de hace dos días.
Claro que si, añadí el"realmente"a la frase— responde el visitante, tratando de sonar a chiste.
Pues yo creo que no me veo mal.
¿Apostamos?— dice a tono chacotero el desconocido parado en su puerta, haciendo sombra sobre el rostro de Chaun. Evidentemente era más alto que él, aunque menos robusto.
Otro día tengo prisa.
Esa frase vino acompañada de un ligero empujón a la puerta. Luego, Chaun sonrió y prosiguió:
—No tengo todo el tiempo maldito puerco, retírate de mi acera, estás pisando mis pasos y ocultando el sol con tu grasienta boina.
No puedes irte vivo de acá Lennox.
Tu te encargarás de eso?
Hmmm... Ese casi silencioso bisbiseo fue peor que cualquier bramido.
¡Eso si tengo que apostarlo!— finaliza Chaun, escupiendo el sucio chicle de su boca. Eso era como llevar las manos a la pistolera en el lejano oeste. El universo de Chaun tenía simbologías menos elegantes claro.
Vamos Jack...te pondremos a prueba, como en los viejos tiempos...
¿Crees que pisando fuerte asustas a las serpientes, eh Jack?
Pues no, te digo que no, pero reconozco que me gustan tus botas, las haré mías cuando te haga caer, pero no tu fea cara. Esa te pertenece, es tu insignia.
Esas serán tus últimas palabras grandulón...—replica el mercerario con aspecto de Bruce Willis, pero dos veces más enfadado.

La pelea sería rápida y sucia. Jack arremete primero trayendo consigo un enorme cuchillo que escondía en su bolsillo lateral. Rápidamente Chaun logra esquivar el rápido movimiento respondiendo con un puntapié en su rodilla derecha, haciendo inclinar el cuerpo de Jack a un costado para que Chaun logre atestar un fuerte topetazo con la puerta, suficientemente fuerte para hacer caer el cuchillo de manos de su rival y derivarlo.
Chaun se acerca lentamente a él, puntea el cuchillo en el suelo con dirección hacia el sillón atrás suyo y coloca su enorme pie derecho sobre el pecho de su contrincante caído. Hace presión, obligando a Jack a emplear fuerza de remolque para librarse de lo que era previsible, su próxima muerte, sin poder lograrlo.

Creí que yo era el viejo. Eso sucede por mandar a las ovejas a hacer el trabajo de los lobos. —Veamos que tienes de valor— dice Chaun, al tiempo que se agacha y rebusca entre los bolsillos del desahuciado Jack. Cigarrillos, diez dólares y un retazo de tela de seda blanca, manchada de sangre, que le era familiar.
Pero que demonios... infeliz dime que hiciste con Jenny...

La risa de Jack no es delatora, ni efusiva, tiene una huella de sadismo y alegoría que Chaun quizás no entendería... 
Me moriré sin que sepas qué pasó con tu amada Jenny expresa súbitamente Jack casi balbuceando, arqueando las cejas y abriendo los ojos, con sus últimas fuerzas.
Siempre pierdes Chaun, incluso cuando crees ganar. He caído pero te he derrotado, ¡Vamos, hunde de una vez el puñal!
Ya estás muerto Jack Finaliza Chaun, retirándose lentamente de la escena, tomando consigo el pedazo de seda manchada.

No había tiempo que perder. Chaun sabía adonde ir, sabía quien provocó esto, sabía porque, pero no sabía si Jenny seguía con vida. Chaun so sabía nada, era como una hiena tras la presa casada, al acecho con su olfato.

7,8

6

(De "Leyenda Negra" página 6)

Al otro lado de la ciudad, del menos hostil pero igual de sucio, en la cloaca en movimiento, Jenny huye de su destino, corre despavorida metiéndose más y más hondo en los zigzagueantes callejones repletos de viejos vidajeneando, miserables vagos aferrados a estupefacientes, columnas de humaredas y montículos de basura sobre más basura.

El silencio ahoga el ruido en la saliva contenida en Jenny al ocultarse tras un contenedor de residuos, presa del cansancio y la angustia. Cree que tapándose la boca huirá de su miedo. La acechan y están muy cerca, ella lo puede sentir en su frío sudor.
El intenso ruido la atolondra y el peor de los bálsamos destroza su olfacción. De repente un peculiar silencio la envalentona, pero cual drama de ficción, sabe que de ese silencio se maquina algo que puede no gustarle mucho. Entonces permanece en su lugar. A tientas.
Su pijama blanca se ha tornado marrón, producto de sangre mustia y barro asperjado, mejor aún, como guiso para perros. Afortunadamente para ella, su nuevo avatar era contraste idóneo para ese paisaje monocromo.
Pensaba en alguna forma de dejar pistas para su amado Chaun. Era muy niña pero bastante astuta. Más que Chaun, pero eso no era significativamente un gran mérito. Cualquiera era más astuto que el viejo Chaun. Pero no cualquiera tenía sus cojones.

Dispuesta a correr a toda velocidad por una calle a su costado que parece la única salida, la única por donde emerge una luz matinal, Jen se levanta a prisa y con un fuerte impulso, lo suficiente para chocar con esa barrera impredecible que se levanto delante de ella, a solo un par de metros y cae sobre sus ganas titubeantes.

Te ves tan cansada e infeliz, pequeña Jenny(...)¿Cómo has hecho para domar a la bestia?
Pues...eres muy niña para complacerla de la otra forma.
Esa tonada, a la cual parecía estar acostumbrada, no intimidaba a Jenny, por lo menos era lo que mostraba. Ni sus fachas de criminal la asustaban.

Yo sólo toco el piano para él. Pero algunas veces hago de señuelo, de hecho, el ya está justo atrás de ti...

Una vil mentira que le salvo el pellejo. Huye en cuanto el lento gordinflón voltea espantado. Con la misma cara de un enorme bicho cuando es aplastado, con los cuervos sobrevolando al acecho.

  6

martes, 8 de febrero de 2011

Un callejón de doble salida

Nuestros pasos,
el día a día
el tú a tú
deletrea nuestros miedos,
las manos tiemblan aún,
sudan, tiritan,
a ojos cerrados
en un festín de nostalgia
aguardando en afasía,
la respiración contenida,
sin preocupaciones
de caer dos veces.
Aveces queremos, eso y más,
pero luego de despertar
el sueño sigue siendo
un sueño.

lunes, 7 de febrero de 2011

Lógica

Las reacciones vienen de un conjunto de sensaciones híbridas. Se llora por acto provocado, y en ocasiones por un dolor que no se ve pero se siente.También se ríe por querer llorar.
Lloramos por dentro al ver como pasa el tiempo y nos llenamos de preguntas.

La adolescencia pasó frente a mis ojos cerrando siempre los puños. El dilema de qué sería de mi cuando la vida me doble la edad. Cuánto tiempo más jugaría canicas con los otros chicos del barrio. Cuándo crecerían las barbas, cuándo manejaría el camión del abuelo.
Y ahora, con los puños abiertos como la parte baja de la camisa, obra de una panza que con los años a obrado una silueta que va camino a la resignación, una curva cada vez más descendente. Y hoy es que veo con  desatino que la vida me pasó dos veces por el mismo punto. Debí apostar que las cosas no cambiarían mucho, a pesar de su aspecto.
Hoy mismo no se si debo plantearme la misma pregunta de antaño. Sería excesivo pedir una doblada más de años, y sin embargo, siento como que sigo en el mismo punto, con muchas cosas más es cierto, pero en el mismo punto. Como el alfil inmóvil al lado de la dama.

Es la pregunta que jamás podré responder ni en dos vidas: ¿Qué será de mi mañana? es un miedo latente que quiero sepas. Ahora que me lleno de preguntas y que de solo mirarte me intereso más en el minuto a tu lado que en respuestas que evaden cualquier lógica.
Si me lees quiero que sepas que me he enamorado de ti pero no me preguntes por qué. Solo se que es así. ¿Y el tiempo? el tiempo que se vaya al carajo.

Treinta días y algo más

Hemos congelado el tiempo juntos
tomándolo de los pelos
evadiendo sus presagios,
inmóviles mirándonos a los ojos
riendo de lo absurdo.

La melodía resurge
con una letra que no es nuestra
y lo bien que te ves,
atrapando la soledad en medio del vacio,
riendo en la osadía de la habitación.

Vienes a mi,
besas mi pecho
y buscamos nuestras pupilas
por entre el claro oscuro de la noche
filtrándose por tu ventana.

Tiras los zapatos sin cuidado
y cedes a la pasión,
el rimel se pierde con tu sudor
y tu peinado cae lentamente
rosando las sábanas.
¿Acaso cielo, alguien sabe
dónde se ocultan nuestros secretos?

No es bajo la lámpara
pero quizás sea,
en el cofre de ilusiones,
pues he dejado de creer,
que el mundo se ha vuelto loco.

Quizás la noche es cómplice
del deseo incontenible
y el amor rescatado del diccionario,
con promesas que retan el milagro,
descifrando el color de nuestras miradas.

Has cambiado mi vida
el brillo de mis ojos,
el sabor de tus labios.

viernes, 4 de febrero de 2011

Bicolor

Pirata de alta mar
corriendo sobre versos rotos,
soledad acompañada de esperanza,
que vuelve con el torbellino,
recordando el abrazo exento,
aguardando por ti.

Deidad cósmica,
hipnotista de sus miedos,
abordas con tu mirada,
el canguelo a caminar
y aligeras su paso
con tu aroma de colina,
pequeña, dulce y sencilla,
cayendo a tus pies.

Tu risa vagabunda exigua de culpas
y la suya a golpe de esgrima,
tus besos impresos en él
como aquenios de fresas
y los suyos angustias tensas,
como buscando refugio,
tocando su rostro
a merced del mañana.

jueves, 3 de febrero de 2011


(De "Leyenda Negra" página 5)

Su dolor con cada paso que da se hace más tangible y su ímpetu de venganza se atiborra más y más, paso a paso. Lento pero seguro se repetía Chaun, sonando más a una conocida excusa que a un acto de paciencia y sigilo. Si nada tenía sentido no importaría. Ahora al menos había retornado a lucidez a su decolorada cabeza.
Al llegar a casa nota que las puertas siguen abiertas. ¿Es que acaso nadie se atreve a entrar a su casa por las puertas? ¿Qué tenían de especial esas pequeñísimas ventanillas del baño donde apenas caben sus calcetines ahuecados? Algo tenían.

Se mantuvo al pie de la puerta, el arma que empuña en la mano cree mantenerlo exento de cualquier riesgo. Había dejado una senda de huellas apestando a despojos y el diario a centímetros de él había caído en esa laguna de detrimento. No alcanza a leer el titular pero logra reconocer el rostro del primer plano. Un rostro que le es familiar y que prefiere no mencionar.
Se arrodilla con tanto esfuerzo que sus huesos parecen carcomerse entre si, y no evita reírse de si mismo -creo que eso lo envalentonaba- pero producto de su propio peso pierde el equilibrio desparramándose hacia atrás.

Te encuentras bien? se escucha de a lado de su fachada.
Una voz tan fúnebre como ecuestre solo podría provenir del viejo Mike, tan viejo y sucio como él mismo, aunque solo alcanzara a ver sus callosos y hediondos pies bajo una sombra que no deja de mecerse, sabía que era él. Su único vecino. Ya no había gente cuerda en ese maldito barrio. 
Mejor que eso, estoy ¡A un metro del puto infierno!— exclamó Chaun con sarcasmo de mercado, tratando de incorporarse. 
—Lo dije porque tienes el trasero arruinado... 
—¿Es por la maldita pijama?— replicó Lennox, todavía en el suelo, abrazando sus rodillas. 
—No, por la sangre que te cae(...) Necesitas usar pañales como yo. Alega Mike con una displicente sonrisa.
—Viejo bastardo ¿debo morir para que me respeten?(...) 
—Acabas de besar las puertas del infierno y no te han permitido cruzarla. ¿No has probado entrar por la puerta falsa? Luego de esa breve alocución otro breve aunque menos breve silencio desafía la ansiedad.


El sabio ronroneo escondido en las sombras había calado la lógica de Chaun, al punto de dejarlo mudo, presa de su propia mirada perturbada.
—Necesitas más que un arma y tus pelotas para acabar lo que tu mismo empezaste. Ahora entra y duerme. Y no olvides lavarte el trasero. Sentenció esta vez, a viva voz el misterioso Mike al tiempo que se retiraba lentamente.

Para Chaun la mañana empieza así, como la existencia de los pájaros carroñeros cruzando las trincheras de su longevidad en su propio oráculo. Y la mañana sigue siendo tan fría como el intermedio de sus talones y el mango de su pistola.

— 5

miércoles, 2 de febrero de 2011

Es pálido

Quiero escucharte decir lo que sientes
Pues el silencio que sale con el ruido duele,
como la mirada que rodea la incertidumbre
al comprobar que las lágrimas no son la respuesta
y las sonrisa se esfuman al caer la noche,
cada despedida, cada domingo; duele.

Puede que esté escrito,
puede que venga con la niebla,
puede que un día cambiemos una semana
aunque solo dure un mes,
aunque se acabe mañana,
pues duele esa distancia atada al adiós.

El sol no irradia mi rostro,
las estrellas no parpadean cuando no estás aquí.
Los días sin ti parecen ser años,
es por eso que el silencio
duele más que un grito.

Y aún así
al amanecer,
puedo ver el camino hacia atrás
a través de ti
cuando me abrazas.

martes, 1 de febrero de 2011

(De "Leyenda Negra" página 4)

Sale a toda prisa llevando puesta la pijama improvisada hecha de adornos manuales de Jenny, con detalles que podrían confundirlo por un comediante. En realidad en el fondo lo era, se sentía así en medio de esta patraña. Las piernas teñidas en sangre y su vieja eagle en la mano derecha, descalzo y despavorido. Así afrontaría Chaun su venganza.

No pudo protegerla. Estaba destinado a la tragedia, parecía que ni las ratas apreciaban su presencia. Fue lo que desprendió a Chaun del precipicio. Sentía como que ya no tenía nada que perder. Pero hiciera lo que hiciera, nada cambiaría nada, su vida no regresaría. Ahora estaba completamente solo, una vez más, y también loco. Igual no podía estar más loco. 

         Sus designios se encarrujan como en aceite hirviendo. Todos corren yendo y viniendo, saboreando lo que parece ser la luz del crepúsculo, esa que busca escapar de la reclusión llamando a la ilusión. Diez minutos de digna mentira. Su mundo es el submundo, una cloaca sin salida.

Los mugrosos borrachos fuera del viejo bar, los niños de la plaza, las meretrices cizañeras en la esquina, todo era materia de sospecha. Necesitaría más que indagar para estar seguro tras de quien iba.
El conocido olor a cigarro guardado, reduce la esquina de esas putas a cimientos donde solo un tipo sin nada que perder como Chaun se atrevería a franquear. Preguntar y rearmar el puzzle, desde abajo...
¿Qué hacen dos mujeres como ustedes en este puto lugar eh? ¿Cazar palomas? ...Chaun cuestiona como quien pregunta en voz baja, y prosiguió...
¿Cómo puedes conservar tu cabello intacto?... Hey pero que veo...jeje, tus cejas se están cayendo, pero no tu cabello... 
Porqué no te largas ya viejo decrépito... Increpó una de las putas, de aspecto intimidante, y tan fea y ruin que su propia descripción caería en las lagunas que forman sus negros y profundos ojos.
Tranquilas, acabo de llegar con las buenas nuevas, increpaba Chaun sin dejar de mascar el chicle de hace dos días.
Pues vete con ellas anciano. Dios te abandonó hace mucho tiempo, el diablo te tiene miedo y nosotras no te queremos aquí. Las putas dieron media vuelta y sin dejar de mirarlo entraron al bar de la esquina por la pequeña puerta a sus espaldas. El humo se disipa a medida que Chaun abandona la escena, mirando retadoramente a esas mujeres de mundo, que irritan al sol mismo.
Chaun, el viejo Chaun, solía ser un pez girando al revés, presa de su propio mar. Del sistema, del cual pretende quedar exento. El sistema que mimetiza egos, confundiendo risas con llantos y ambición con perfidia y al cual ahora, debería acceder. Era como meterse por entre las tuberías de esos torrentes llamados submundos urbanos.

Ahora el viejo ex mercenario se arrincona en la esquina en el que aún aletea el olor a perfume de gitanas, abatido, observando el mundo ir y venir, esperando caer pistas como pica picas al cruzar la avenida. No estaba pensando con claridad y lo estaba notando, cada vez con menos lucidez y vestido de esa forma solo lograría el rechazo de todos. Un buen baño y un café pasado eran más que urgentes.

— 4

Posibilidad

Viviremos en el recuerdo.
En un lugar sin tiempo,
en un paraíso sin penumbras,
en un firmamento siempre azul,
en la dulce melodía de tu guitarra.
Aunque el tiempo pase,
aunque las sombras se amotinen,
aunque el cielo ceda a la lluvia,
aunque el silencio atrape la canción.
Viviremos en el recuerdo.