miércoles, 9 de febrero de 2011

7-8

(De "Leyenda Negra" páginas 7 y 8)
[...]
Dos horas de siesta no sirven para recomponer un cuerpo tan maltrecho. La puerta suena, suena muy fuerte, como si quisieran derribarla pero pidiendo permiso y exigiendo una permuta. Chaun no tiene tiempo para levantarse y tomar el arma en su habitación pues la Eagle que tenía consigo tiene el tambor averiado, lo más próximo que está a un arma son los cuchillos de la cocina -lo único para lo que entraría en ella- o el bate de baseball en la habitación de Jenny, colgando en una vitrina. Eso o sus puños. Para el no había gran diferencia.

La rendija inferior de la puerta deja apreciar una sombra estática que por su tamaño parece ser muy grande. Debe de ser uno de los besa pies de al que por ahora ocultaremos bajo asteriscos imaginando 9 letras o quizás diez.

Chaun ya no lleva esa candorosa pijama, se ha duchado y aunque sigue viéndose igual de ridículo con esa tonta chaqueta celeste, pantalón y botas de guerra se siente mejor. Sus botas parecen estar repletas de hierba ladeada y barro reseco. Afortunadamente no se puede opinar sobre las evidentes pestilencias que emanaban de esas botas color pardo.

Se detiene al costado de la puerta y abre ligeramente la persiana de una de las ventanas para asegurarse que su sospecha es lo que es.
¡Hey tío!, te ves realmente mal... expresa el presuntuoso desconocido al abrirse la puerta.
Pudo haber entrado sin hacer ruidos, sin embargo decidió hacerlo de esa forma, un gran error, piensa Chaun. Apenas minutos antes protestaba consigo mismo sobre puertas, ventanas y nimia moral.
Pues no has dicho nada nuevo...— replica Chaun, mascando su chicle de hace dos días.
Claro que si, añadí el"realmente"a la frase— responde el visitante, tratando de sonar a chiste.
Pues yo creo que no me veo mal.
¿Apostamos?— dice a tono chacotero el desconocido parado en su puerta, haciendo sombra sobre el rostro de Chaun. Evidentemente era más alto que él, aunque menos robusto.
Otro día tengo prisa.
Esa frase vino acompañada de un ligero empujón a la puerta. Luego, Chaun sonrió y prosiguió:
—No tengo todo el tiempo maldito puerco, retírate de mi acera, estás pisando mis pasos y ocultando el sol con tu grasienta boina.
No puedes irte vivo de acá Lennox.
Tu te encargarás de eso?
Hmmm... Ese casi silencioso bisbiseo fue peor que cualquier bramido.
¡Eso si tengo que apostarlo!— finaliza Chaun, escupiendo el sucio chicle de su boca. Eso era como llevar las manos a la pistolera en el lejano oeste. El universo de Chaun tenía simbologías menos elegantes claro.
Vamos Jack...te pondremos a prueba, como en los viejos tiempos...
¿Crees que pisando fuerte asustas a las serpientes, eh Jack?
Pues no, te digo que no, pero reconozco que me gustan tus botas, las haré mías cuando te haga caer, pero no tu fea cara. Esa te pertenece, es tu insignia.
Esas serán tus últimas palabras grandulón...—replica el mercerario con aspecto de Bruce Willis, pero dos veces más enfadado.

La pelea sería rápida y sucia. Jack arremete primero trayendo consigo un enorme cuchillo que escondía en su bolsillo lateral. Rápidamente Chaun logra esquivar el rápido movimiento respondiendo con un puntapié en su rodilla derecha, haciendo inclinar el cuerpo de Jack a un costado para que Chaun logre atestar un fuerte topetazo con la puerta, suficientemente fuerte para hacer caer el cuchillo de manos de su rival y derivarlo.
Chaun se acerca lentamente a él, puntea el cuchillo en el suelo con dirección hacia el sillón atrás suyo y coloca su enorme pie derecho sobre el pecho de su contrincante caído. Hace presión, obligando a Jack a emplear fuerza de remolque para librarse de lo que era previsible, su próxima muerte, sin poder lograrlo.

Creí que yo era el viejo. Eso sucede por mandar a las ovejas a hacer el trabajo de los lobos. —Veamos que tienes de valor— dice Chaun, al tiempo que se agacha y rebusca entre los bolsillos del desahuciado Jack. Cigarrillos, diez dólares y un retazo de tela de seda blanca, manchada de sangre, que le era familiar.
Pero que demonios... infeliz dime que hiciste con Jenny...

La risa de Jack no es delatora, ni efusiva, tiene una huella de sadismo y alegoría que Chaun quizás no entendería... 
Me moriré sin que sepas qué pasó con tu amada Jenny expresa súbitamente Jack casi balbuceando, arqueando las cejas y abriendo los ojos, con sus últimas fuerzas.
Siempre pierdes Chaun, incluso cuando crees ganar. He caído pero te he derrotado, ¡Vamos, hunde de una vez el puñal!
Ya estás muerto Jack Finaliza Chaun, retirándose lentamente de la escena, tomando consigo el pedazo de seda manchada.

No había tiempo que perder. Chaun sabía adonde ir, sabía quien provocó esto, sabía porque, pero no sabía si Jenny seguía con vida. Chaun so sabía nada, era como una hiena tras la presa casada, al acecho con su olfato.

7,8

1 comentario:

Hasta en el último rincón dijo...

No sé porque me imagino un juego de Play cuando leo la historia... Pero entonces Jack mató a Jenny? Xq todos odian a Chaun? Qué tantas cosas malas ha hecho o que!
Muy buena historia como para decir hasta mañana.
Continuará....