lunes, 7 de febrero de 2011

Treinta días y algo más

Hemos congelado el tiempo juntos
tomándolo de los pelos
evadiendo sus presagios,
inmóviles mirándonos a los ojos
riendo de lo absurdo.

La melodía resurge
con una letra que no es nuestra
y lo bien que te ves,
atrapando la soledad en medio del vacio,
riendo en la osadía de la habitación.

Vienes a mi,
besas mi pecho
y buscamos nuestras pupilas
por entre el claro oscuro de la noche
filtrándose por tu ventana.

Tiras los zapatos sin cuidado
y cedes a la pasión,
el rimel se pierde con tu sudor
y tu peinado cae lentamente
rosando las sábanas.
¿Acaso cielo, alguien sabe
dónde se ocultan nuestros secretos?

No es bajo la lámpara
pero quizás sea,
en el cofre de ilusiones,
pues he dejado de creer,
que el mundo se ha vuelto loco.

Quizás la noche es cómplice
del deseo incontenible
y el amor rescatado del diccionario,
con promesas que retan el milagro,
descifrando el color de nuestras miradas.

Has cambiado mi vida
el brillo de mis ojos,
el sabor de tus labios.

1 comentario:

Hasta en el último rincón dijo...

Qué lindo es estar enamorado y sentir que la persona que está a tu lado es tu mejor momento. Vívelo y siéntelo, ese momento puede que sea para siempre, pero vive cada minuto como lo que es. Un tiempo que se va y no regresa, por eso siempre, cada minuto, debe ser mágcio y diferente.