jueves, 8 de septiembre de 2011

tras la sombra de un lobo

No existe Wonderland, él lo sabía pero urgía encontrar forma de explicarle sin enervarlo. Como quitarle el sueño sin despertarlo.Ensimismarse de esa forma no era suficiente.
Era Paco Claudio un niño inquieto, con una extraña voz lateada y pómulos que sobresalían. La sensación de vacio que provenían de su mirada borraban sonrisas. Tarareaba siempre una misma canción, apenas la sabía y parecía ser que le salía sin querer. El pequeño Paco siempre preguntaba, miraba hacia el costado y tarareaba y tarareaba. También sudaba como su tío Lorenzo cuando lo invadía la ansiedad, o era quizás el olor a musgo o la pronta caída del sol.

Caminan de la mano, formando una sola sombra, dualizando un cuento.
   Wonderland está tras esos arbustos tío, date prisa  expresó el niño, con un carisma tal que la gélida mirada irradió al mismo sol, bordeando la sonrisa.
Tío Lobo permanecía inquieto, sin un plan aparente y con deseos de ser la sombra rodeando el bosque y la quietud tras el arrollo. Nadie creería en él, ni con la mejor premisa.
Pero allí estaba Paco, trotando, ululando placidez. Y él lo miraba, se podía sentir a gusto con él, a pesar de todo. Wonderland no existe pero Paco no lo sabe.
El tío detiene el paso y revela con susto. 
   Pronto saldrán los lobos Paco rebatió el tío Lobo, valiéndose de un cuento, y de su nombre. Era un niño se creería casi cualquier cosa. El pequeño Paco Claudio lo miró impávido.

viernes, 2 de septiembre de 2011

12

 (De "Leyenda Negra" página 12)

El pueblo ha quedado cautivo de las sombras ensimismadas bajo telas de araña, murmurando el paso marcial, el migajiento paso de Lenoxx. El polvo deforma su silueta conjugando con un gris fotograma.
Al doblar la última esquina del sendero, una presencia asoma con quietud...

¿Qué te trae por acá viejo amigo?  pregunta sigiloso el misterioso rondador.
Una mera coincidencia —replica Chaun.
¿Así lo crees?
Meneando el mentón, insinuando seguridad en cada movimiento, Lenoxx instigó con su silencio la curiosidad, sin preguntar, soltando una tenue sonrisa. Pequeños detalles pero relevantes. Y prosiguió:
¿Qué demonios haces acá Q? Que debería decirse "Ku" por como suena.
Desearía reír sin recordar el chiste, así con esa cara que llevas ahora. ¿Es que acaso se mofa el mundo de si mismo? Muere de risa de ti mismo satiriza Q, al tiempo que se avecina  a Chaun lentamente, casi anunciándolo.
Puedo sentir el miedo emanando de tus botas, agujereando el sendero. Qué curioso, la ironía nos toma de la mano. Riendo por miedo.
Chaun quiebra su sonrisa para apretar con prisa su puñal.

La ironía es muy útil para evadir respuestas...y la sonrisa es parte de ello rezongó Q, con perfecta simetría en cada vocablo.

Se miran con firmeza. El silencio es cómplice de un sórdido desenlace. Pero uno de dos pronto, rompería el protocolo...
Antes de desenvainar tu navaja, necesito que me digas por qué...
Hay muchos por qués para responder pero no creo que te convenga saberlos—  sentencia Q con calma, impasible.
Chaun retoma el paso e intenta evadir el interrogatorio de su viejo camarada. Joven en realidad.

—Has acabado con Méndez, el pobre Méndez. ¿Con cuántos más acabarás? ¿Cuál es la causa que te mueve, porque si pretendes martirizarte necesitas una buena razón? Ese es un buen porqué.

Tras un breve silencio que apuntaba a su mano derecha, Chaun se detiene y lentamente hunde su navaja casi sin filo en el bolsillo de su chaqueta alterando su respiración, sonando como a queja, hablando sin voltear.
Me gustaba la oscuridad, el hacinamiento y  los cigarrillos, con ella todo cambió. El placer por las banalidades, el ansia de sangre, la inquietud de mi alma. Pero ahora se ha ido de nuevo. Ese es un buen porqué que no debías escuchar, uno suficiente para encerrar ese recuerdo. 
Y te liquidaré si interfieres Jhony Q. 

El acierto con el movimiento de cabeza de Q y la expresión de suspenso en sus ojos delatan cualquier secreto, sin posibilidad de escape ni prórroga.
Vas a necesitar esto Chaun.
El joven Q, con aspecto de cowboy bien parecido le arroja su Magnum ME38, con apenas dos balas.
Si no acabé contigo es porque necesitabas que estés vivo para escuchar lo que escucharás. Debes llegar a la casa del muelle donde el equipo vacacionaba, antes de las trece horas. No esperes salir con vida, ese es el precio por otra vida, una más justa de vivirse.

Camina unos pasos agazapándose en el rincón de la esquina, a la espera de una verdadera razón. Era Jhonny Q un compilador de razones.
¿De lado de quien estás Q?
Del desenlace.
Porqué debo creer que Jenny vive, porque supondré que lo que me dices es innegable responde Chaun mirando directamente a los ojos de Q, quemando sus párpados.
Es tu hija. Es el porque que en realidad mueve tus hilos. Tienes otra perspectiva del mundo cuando estás tirado en el piso eh pirata, la niebla es nube, el viento humo, la esperanza ceniza. Y no necesitas dos balas para cambiar eso. Bastará una.
Chaun parece morir estático como una gárgola y su silueta se torna gris nuevamente, empalagada de miedo y desazón.

El silencio nuevamente contiene el tiempo, como dos balas chocando al encontrarse dos miradas perdidas en el espacio, simulando un porqué. Q da vuelta a la esquina, desapareciendo en ella.

—12—

martes, 9 de agosto de 2011

¿Qué hace alguien como tú...?

... _
En las cosas que hemos dicho
se han disuelto las premisas...
no necesitamos preguntar.
Alimentemos con un beso
lo que vemos desde adentro,
...En una mañana brumosa.

Deshojemos el final
por el vértice izquierdo,
acostados de lado,
fingiendo estar dormidos,
bordeando un sueño sin querer entrar en él.

Solos tu y yo
que más da, es todo lo que necesitamos.
Dejemos el mundo
en un pequeño retrato.
____ ________________

jueves, 14 de julio de 2011

11

 (De "Leyenda Negra" página 11)

Jenny se aleja de su memoria y las piernas del viejo ex mercenario se retuercen en cada zanja de la carretera. El auto robado es inservible y la navaja sin filo imposibilitan su deseo de venganza. Se detiene en medio de la nada, bajo la tensa, fría y difusa neblina que lo insta a morderse la lengua.
Calmo pero arqueando sus cejas, Chaun supone que su mirada paralela al mundo deforma la mentira que lo rodea. Es así, aunque nadie lo admita es así.
De un tiempo a otro se vanagloria como si coger una pluma bastara para encajonar la realidad dentro de un sucio diario o desenvainar un puñal, el rótulo de libertad. Irónicamente sabe que la agónica libertad se parece más a un grito de histeria.
Su presunción atemporal divaga cada vez que delibera solo, caminando lento cual orate de boulevart. Estar solo sin un afín por remoto que sea, era lo mismo que estar igual de loco. El mismo semáforo esquinado tiene más valía que un neutro y petrificado observador.

Ahora estaba peor que nunca. Un capítulo sin título, una mañana sin sol y el titubeante pie derecho sesgado, enterrado en la duda. Perseguirla con el último gramo de esperanza que le quedaba, hacer el trabajo sucio y dejar la senda limpia y clara para que la pequeña Jenny salga ilesa a los escombros que los rodean. El terso suspiro de Jenny bastaba.
El viejo Chaun puedo tirar la toalla. Aunque tirarla o sostenerla era irrelevante pues nadie lo notará. Chaun también es neutro, a veces. Incluso cuando hacen de su inconcebible historia, un áspero comic de cien páginas. El no era superman, ni en apariencia.

—11—

jueves, 12 de mayo de 2011

La espera

Siempre hay motivos para romper una promesa, al menos eso creo cuando no estás seguro de porque prometes. Recuerdo esta noche decirme a mi mismo que sería la última en que estaría esperando de brazos cruzados sin hacer nada.

Aunque era muy pequeño para saber que esa sartén ardía en llamas, no era un tonto para saber que debía abandonar la cocina si quería que ese recuerdo sea contado.

Para mamá era mucho más sencillo, blandir la sartén y echarla al costado, directo al lavaplatos. Eso creí hasta que noté que se había quemado la mano.

-¡Anda a la sala hijo, no estés acá! -me dijo, entre la humareda y el olor a fritura, al tiempo que buscaba con desesperación algo similar a un no se que.

De niño solía tener la costumbre de caminar casi sin ser escuchado, una virtud que aún conservo, podía llegar hasta el cuarto de la abuela sin que ella lo notara y asomarme por entre las cortinas para verla rezar con una devoción tal que sentía detenerme en mis intenciones expiatorias. Mamá Carmen hacía eso cada noche en ausencia del viejo, cada noche. Ya habían pasado más de doce semanas sin saber del abuelo. Ese era uno de sus tantos viajes que parecían perpetuos, como el ruido diluyéndose en la oscura espera.

Normalmente mientras la miraba atinaba a girar sobre mis pasos y dejar que el silencio la acompañe pero, esa noche cuando la sartén ardió comprendí que, por niño que fuera podía hacer algo más que solo mirar. Simulé entrar sin saber que había alguien en la habitación y ella trató como pudo de encubrir esas lágrimas sostenidas de una pestaña y llevar bajo su blusa el rosario que envolvía su húmeda mano. Hice un ruido con mis pies para anunciar mi presencia y me acerqué lentamente evitando mirarla directamente para que no se sienta asediada.

Nos quedamos sentados, acompañando al silencio, a tientas, mirando por la abertura del tragaluz el escaso brillo lunar.

La luna esa noche me prometió no ocultarse bajo las grises nubes. Nunca más.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Duda absurda

El escondite tras un arco iris no guarda consigo una mirada tímida. Ni un fajo de ilusión tan resonante que castiga cualquier voluntad. Símil a querer explicar ese nudillo que ata mi fragilidad cuando vocalizo tu nombre y el solo pensar como oscilaré, cuando la distancia pretenda descomponernos otra vez.
Siento miedo.
Estos pies sobre esta tierra tiemblan, estos ojos que no dejan de verte y lloran y estas manos que te toman y sudan contigo.Sienten miedo.
A pesar que confinaste esa sombra que habita mis sueños siento que un último miedo se niega a apartarse. Que se niega a sostener mis propios pasos, ver los pigmentos tras la monocromía, tomar con fuerza el timón y entender que, aunque las estrofas ya no me salgan plenas y el tiempo me amuralle, es ese inexplicable amor el que me mueve, el que me hace creer en que miedo es solo una palabra. Cuando tu sola sonrisa disipa el miedo a caer, cuando estás cerca.
Siento miedo que te alejes.

lunes, 14 de febrero de 2011

Un catorce como hoy quiero...

Ser la canción que compones en silencio
el principe azúl que jamás se va a desteñir
el espejo en tu cartera
y la esquina de tus labios al sonreir.

Quiero ser la bruma que demarca tus pasos
el poeta en el boulevard
haciendo de una letra un aperitivo
y de tus ojos el hechizo para hadas y ángeles.

Quiero ser la puesta de sol
moldeando tu silueta
quiero ser la sombra que se espanta
cuando resplandecen tus pupilas.

Quiero ser tu mejor recuerdo
acampar en tu regazo
reir contigo a escondidas cerca
siempre.

Quiero ahora estar a tu lado
tomar tu mano
besar tus lágrimas
y correr contigo bajo la luna
Siempre. 


sábado, 12 de febrero de 2011

Tu historia, mi historia

Solía ser un libro entreabierto,
de entrelineados barrocos enmohecidos
que inundan la verdad bajo mis páginas.
Solía ser un habitante más
en esta tierra del olvido,
la oscuridad con su propia niebla
y la sombra equidistante,
bipolar y alcahuete haciendo vaivén.
Solía ser un by pass asonante,
el rincón salino del espectro
gritando displicencia.
retando la algarabía
y la pena retenida con sueños .

Ese solía ser yo
pero soy ahora
al tanto de la agria espera,
el tiempo en tus manos,
la caricia escondida,
en el llanto de revés
y el viento...
que calla al dormir.
Si, ahora soy el viento
hecho brisa con el tiempo
y el destino...
creyendo ser,
el pasado dibujando el atardecer.

viernes, 11 de febrero de 2011

9

(De "Leyenda Negra" página 9)

El estado de anarquía en El Cuerno de África (Somalia) hizo presas de sí a inocentes y culpables. Para los gobiernos del primer mundo y la ONU era imposible restablecer la paz desde afuera. Había que incursionar al centro del mismo, hacerse parte de él, como amigo del enemigo o enemigo del amigo con gente que hiciera el trabajo sucio.

Chaun era parte de los cuerpos de paz, un selecto grupo hombres al servicio de la armada de los Estados Unidos que buscaban disuadir el caos impuesto por las milicias. Junto a él otros viejos camaradas que se respetaban entre sí, pero a la vez odiaban. Como tener varios machos alfas en una misma jauría.

Era otra sucia guerra. Aunque Chaun como todos los demás, presumía que había algo más que un mero interés de defender la soberanía de un pueblo abatido, podía distinguir el olor a petróleo, y era posible que en las afueras de Somalia existieran reservas de él. Ya nada le sorprendería de parte del gobierno en el país que lo acogió tantos años. Vivió en él lo suficiente para jurar defender su causa, sólo por dinero y esparcimiento. Pero apenas y aprendió el idioma, dispuso de un mísero dinero en una medida justa para no morir de hambre y pagar sus rentas, pero no vivió lo suficiente para quedarse dentro de esa caja de mentiras envuelta en papel para regalo.
Chaun luchaba por un mero placer pero con los años fue adquiriendo sus propios códigos siendo fiel a sus dogmas. Estaba harto de pelear las mismas guerras con finalidad lucrativa, sin nada por que luchar en verdad. La política y la guerra tienen el mismo fin para él, y ambas apestan.
Aunque no tenía mucho que perder, comenzaba a darle sentido a su miserable vida. Sería su última batalla, luego iría a casa a cuidar de su hermano menor, Paul. Eso si le causaba verdadero temor, no sabía hacer otra cosa que fumar, cargar un revolver o dormir con la ropa puesta. Se sentiría más que inútil en casa, es donde la guerra cobraría sentido para él.

A cada paso que lo alejaba de la que ya no sería su casa, Chaun recordaba Somalia como si fuera ayer mismo. Sentía en el fondo un sadismo extraño al dejar a Jack ahogarse en su propia sangre, pero no era la única vez que lo dejaba así.
El y Jack no solían ser buenos amigos, de hecho nunca se hablaban, ni para prestarse la cantimplora. Jack siempre tenía una sonrisa curveando su gordo rostro al matar a cualquier guerrillero. Esa misma sonrisa hilvanaba la del resto, cortados con la misma tenaza. Pero no la de Chaun.

El Capitán Stain -lider de esa compañía- parecía tener algo preparado para Chaun, lo miraba con sigilo, estructurando un plan. Parte de la compañía se detiene bajo la colina, muy cerca a una aldea de refugiados. Stain envía a Jack, Méndez y Lennox a inspeccionar el área y acabar con todos en él. Eso no le gusto nada a Chaun y su mirada retadora poco a poco fue tragándosela, el también tenía sus propios planes. Fueron con sigilo yendo por los flancos para asestar con sorpresa. Un torpe movimiento de Jack lo hace resbalar dejando caer su casco, dando justo en la entrada de una de esas improvisadas tiendas bipersonales. Rápidamente los inquietos refugiados salen de sus moradas para ver qué sucede. Pero el inclemente Jack toma su automática y desata una balacera que en segundos acabaría con la mitad de todos. No era el plan. Pronto estarían cerca las milicias y estarían en graves problemas.
Chaun embiste a Mendez con un certero golpe en la cabeza con el mango de su magnum y logra efectuar un disparo en la pierna de Jack, que cae abatido. Va corriendo rápidamente a él y lo golpea en la cabeza.
Malnacido, la pagarás Chaun... alcanza decir Jack antes de desvanecerse.
Chaun necesitaba escapar pronto, pero tenía atrás de el a la compañía y a la milicia. Incluso si salía ileso de allí, no lo dejarían tranquilo hasta pagar su injuria. Era la regla, "no sales cuando estás dentro", la única de alto precio en caso de romperse.

Hay historias que se repiten dos veces. Pero no había tiempo para enlazar situaciones. Chaun no daría a Jenny por muerta hasta no verla con sus propios ojos. Iba a cruzar la ciudad alienada sin auto y sin armas, una verdadera locura, pero lo haría. Estaría dispuesto a que sea la última, pero no tendría caso si no recuperaba a la pequeña niña dorada. Iría tras ella, ya estaba harto de esperar pues, no hay espera más larga que el de la eternidad y el beso de buenas noches.

— 9-10 —

miércoles, 9 de febrero de 2011

7-8

(De "Leyenda Negra" páginas 7 y 8)
[...]
Dos horas de siesta no sirven para recomponer un cuerpo tan maltrecho. La puerta suena, suena muy fuerte, como si quisieran derribarla pero pidiendo permiso y exigiendo una permuta. Chaun no tiene tiempo para levantarse y tomar el arma en su habitación pues la Eagle que tenía consigo tiene el tambor averiado, lo más próximo que está a un arma son los cuchillos de la cocina -lo único para lo que entraría en ella- o el bate de baseball en la habitación de Jenny, colgando en una vitrina. Eso o sus puños. Para el no había gran diferencia.

La rendija inferior de la puerta deja apreciar una sombra estática que por su tamaño parece ser muy grande. Debe de ser uno de los besa pies de al que por ahora ocultaremos bajo asteriscos imaginando 9 letras o quizás diez.

Chaun ya no lleva esa candorosa pijama, se ha duchado y aunque sigue viéndose igual de ridículo con esa tonta chaqueta celeste, pantalón y botas de guerra se siente mejor. Sus botas parecen estar repletas de hierba ladeada y barro reseco. Afortunadamente no se puede opinar sobre las evidentes pestilencias que emanaban de esas botas color pardo.

Se detiene al costado de la puerta y abre ligeramente la persiana de una de las ventanas para asegurarse que su sospecha es lo que es.
¡Hey tío!, te ves realmente mal... expresa el presuntuoso desconocido al abrirse la puerta.
Pudo haber entrado sin hacer ruidos, sin embargo decidió hacerlo de esa forma, un gran error, piensa Chaun. Apenas minutos antes protestaba consigo mismo sobre puertas, ventanas y nimia moral.
Pues no has dicho nada nuevo...— replica Chaun, mascando su chicle de hace dos días.
Claro que si, añadí el"realmente"a la frase— responde el visitante, tratando de sonar a chiste.
Pues yo creo que no me veo mal.
¿Apostamos?— dice a tono chacotero el desconocido parado en su puerta, haciendo sombra sobre el rostro de Chaun. Evidentemente era más alto que él, aunque menos robusto.
Otro día tengo prisa.
Esa frase vino acompañada de un ligero empujón a la puerta. Luego, Chaun sonrió y prosiguió:
—No tengo todo el tiempo maldito puerco, retírate de mi acera, estás pisando mis pasos y ocultando el sol con tu grasienta boina.
No puedes irte vivo de acá Lennox.
Tu te encargarás de eso?
Hmmm... Ese casi silencioso bisbiseo fue peor que cualquier bramido.
¡Eso si tengo que apostarlo!— finaliza Chaun, escupiendo el sucio chicle de su boca. Eso era como llevar las manos a la pistolera en el lejano oeste. El universo de Chaun tenía simbologías menos elegantes claro.
Vamos Jack...te pondremos a prueba, como en los viejos tiempos...
¿Crees que pisando fuerte asustas a las serpientes, eh Jack?
Pues no, te digo que no, pero reconozco que me gustan tus botas, las haré mías cuando te haga caer, pero no tu fea cara. Esa te pertenece, es tu insignia.
Esas serán tus últimas palabras grandulón...—replica el mercerario con aspecto de Bruce Willis, pero dos veces más enfadado.

La pelea sería rápida y sucia. Jack arremete primero trayendo consigo un enorme cuchillo que escondía en su bolsillo lateral. Rápidamente Chaun logra esquivar el rápido movimiento respondiendo con un puntapié en su rodilla derecha, haciendo inclinar el cuerpo de Jack a un costado para que Chaun logre atestar un fuerte topetazo con la puerta, suficientemente fuerte para hacer caer el cuchillo de manos de su rival y derivarlo.
Chaun se acerca lentamente a él, puntea el cuchillo en el suelo con dirección hacia el sillón atrás suyo y coloca su enorme pie derecho sobre el pecho de su contrincante caído. Hace presión, obligando a Jack a emplear fuerza de remolque para librarse de lo que era previsible, su próxima muerte, sin poder lograrlo.

Creí que yo era el viejo. Eso sucede por mandar a las ovejas a hacer el trabajo de los lobos. —Veamos que tienes de valor— dice Chaun, al tiempo que se agacha y rebusca entre los bolsillos del desahuciado Jack. Cigarrillos, diez dólares y un retazo de tela de seda blanca, manchada de sangre, que le era familiar.
Pero que demonios... infeliz dime que hiciste con Jenny...

La risa de Jack no es delatora, ni efusiva, tiene una huella de sadismo y alegoría que Chaun quizás no entendería... 
Me moriré sin que sepas qué pasó con tu amada Jenny expresa súbitamente Jack casi balbuceando, arqueando las cejas y abriendo los ojos, con sus últimas fuerzas.
Siempre pierdes Chaun, incluso cuando crees ganar. He caído pero te he derrotado, ¡Vamos, hunde de una vez el puñal!
Ya estás muerto Jack Finaliza Chaun, retirándose lentamente de la escena, tomando consigo el pedazo de seda manchada.

No había tiempo que perder. Chaun sabía adonde ir, sabía quien provocó esto, sabía porque, pero no sabía si Jenny seguía con vida. Chaun so sabía nada, era como una hiena tras la presa casada, al acecho con su olfato.

7,8

6

(De "Leyenda Negra" página 6)

Al otro lado de la ciudad, del menos hostil pero igual de sucio, en la cloaca en movimiento, Jenny huye de su destino, corre despavorida metiéndose más y más hondo en los zigzagueantes callejones repletos de viejos vidajeneando, miserables vagos aferrados a estupefacientes, columnas de humaredas y montículos de basura sobre más basura.

El silencio ahoga el ruido en la saliva contenida en Jenny al ocultarse tras un contenedor de residuos, presa del cansancio y la angustia. Cree que tapándose la boca huirá de su miedo. La acechan y están muy cerca, ella lo puede sentir en su frío sudor.
El intenso ruido la atolondra y el peor de los bálsamos destroza su olfacción. De repente un peculiar silencio la envalentona, pero cual drama de ficción, sabe que de ese silencio se maquina algo que puede no gustarle mucho. Entonces permanece en su lugar. A tientas.
Su pijama blanca se ha tornado marrón, producto de sangre mustia y barro asperjado, mejor aún, como guiso para perros. Afortunadamente para ella, su nuevo avatar era contraste idóneo para ese paisaje monocromo.
Pensaba en alguna forma de dejar pistas para su amado Chaun. Era muy niña pero bastante astuta. Más que Chaun, pero eso no era significativamente un gran mérito. Cualquiera era más astuto que el viejo Chaun. Pero no cualquiera tenía sus cojones.

Dispuesta a correr a toda velocidad por una calle a su costado que parece la única salida, la única por donde emerge una luz matinal, Jen se levanta a prisa y con un fuerte impulso, lo suficiente para chocar con esa barrera impredecible que se levanto delante de ella, a solo un par de metros y cae sobre sus ganas titubeantes.

Te ves tan cansada e infeliz, pequeña Jenny(...)¿Cómo has hecho para domar a la bestia?
Pues...eres muy niña para complacerla de la otra forma.
Esa tonada, a la cual parecía estar acostumbrada, no intimidaba a Jenny, por lo menos era lo que mostraba. Ni sus fachas de criminal la asustaban.

Yo sólo toco el piano para él. Pero algunas veces hago de señuelo, de hecho, el ya está justo atrás de ti...

Una vil mentira que le salvo el pellejo. Huye en cuanto el lento gordinflón voltea espantado. Con la misma cara de un enorme bicho cuando es aplastado, con los cuervos sobrevolando al acecho.

  6

martes, 8 de febrero de 2011

Un callejón de doble salida

Nuestros pasos,
el día a día
el tú a tú
deletrea nuestros miedos,
las manos tiemblan aún,
sudan, tiritan,
a ojos cerrados
en un festín de nostalgia
aguardando en afasía,
la respiración contenida,
sin preocupaciones
de caer dos veces.
Aveces queremos, eso y más,
pero luego de despertar
el sueño sigue siendo
un sueño.

lunes, 7 de febrero de 2011

Lógica

Las reacciones vienen de un conjunto de sensaciones híbridas. Se llora por acto provocado, y en ocasiones por un dolor que no se ve pero se siente.También se ríe por querer llorar.
Lloramos por dentro al ver como pasa el tiempo y nos llenamos de preguntas.

La adolescencia pasó frente a mis ojos cerrando siempre los puños. El dilema de qué sería de mi cuando la vida me doble la edad. Cuánto tiempo más jugaría canicas con los otros chicos del barrio. Cuándo crecerían las barbas, cuándo manejaría el camión del abuelo.
Y ahora, con los puños abiertos como la parte baja de la camisa, obra de una panza que con los años a obrado una silueta que va camino a la resignación, una curva cada vez más descendente. Y hoy es que veo con  desatino que la vida me pasó dos veces por el mismo punto. Debí apostar que las cosas no cambiarían mucho, a pesar de su aspecto.
Hoy mismo no se si debo plantearme la misma pregunta de antaño. Sería excesivo pedir una doblada más de años, y sin embargo, siento como que sigo en el mismo punto, con muchas cosas más es cierto, pero en el mismo punto. Como el alfil inmóvil al lado de la dama.

Es la pregunta que jamás podré responder ni en dos vidas: ¿Qué será de mi mañana? es un miedo latente que quiero sepas. Ahora que me lleno de preguntas y que de solo mirarte me intereso más en el minuto a tu lado que en respuestas que evaden cualquier lógica.
Si me lees quiero que sepas que me he enamorado de ti pero no me preguntes por qué. Solo se que es así. ¿Y el tiempo? el tiempo que se vaya al carajo.

Treinta días y algo más

Hemos congelado el tiempo juntos
tomándolo de los pelos
evadiendo sus presagios,
inmóviles mirándonos a los ojos
riendo de lo absurdo.

La melodía resurge
con una letra que no es nuestra
y lo bien que te ves,
atrapando la soledad en medio del vacio,
riendo en la osadía de la habitación.

Vienes a mi,
besas mi pecho
y buscamos nuestras pupilas
por entre el claro oscuro de la noche
filtrándose por tu ventana.

Tiras los zapatos sin cuidado
y cedes a la pasión,
el rimel se pierde con tu sudor
y tu peinado cae lentamente
rosando las sábanas.
¿Acaso cielo, alguien sabe
dónde se ocultan nuestros secretos?

No es bajo la lámpara
pero quizás sea,
en el cofre de ilusiones,
pues he dejado de creer,
que el mundo se ha vuelto loco.

Quizás la noche es cómplice
del deseo incontenible
y el amor rescatado del diccionario,
con promesas que retan el milagro,
descifrando el color de nuestras miradas.

Has cambiado mi vida
el brillo de mis ojos,
el sabor de tus labios.

viernes, 4 de febrero de 2011

Bicolor

Pirata de alta mar
corriendo sobre versos rotos,
soledad acompañada de esperanza,
que vuelve con el torbellino,
recordando el abrazo exento,
aguardando por ti.

Deidad cósmica,
hipnotista de sus miedos,
abordas con tu mirada,
el canguelo a caminar
y aligeras su paso
con tu aroma de colina,
pequeña, dulce y sencilla,
cayendo a tus pies.

Tu risa vagabunda exigua de culpas
y la suya a golpe de esgrima,
tus besos impresos en él
como aquenios de fresas
y los suyos angustias tensas,
como buscando refugio,
tocando su rostro
a merced del mañana.

jueves, 3 de febrero de 2011


(De "Leyenda Negra" página 5)

Su dolor con cada paso que da se hace más tangible y su ímpetu de venganza se atiborra más y más, paso a paso. Lento pero seguro se repetía Chaun, sonando más a una conocida excusa que a un acto de paciencia y sigilo. Si nada tenía sentido no importaría. Ahora al menos había retornado a lucidez a su decolorada cabeza.
Al llegar a casa nota que las puertas siguen abiertas. ¿Es que acaso nadie se atreve a entrar a su casa por las puertas? ¿Qué tenían de especial esas pequeñísimas ventanillas del baño donde apenas caben sus calcetines ahuecados? Algo tenían.

Se mantuvo al pie de la puerta, el arma que empuña en la mano cree mantenerlo exento de cualquier riesgo. Había dejado una senda de huellas apestando a despojos y el diario a centímetros de él había caído en esa laguna de detrimento. No alcanza a leer el titular pero logra reconocer el rostro del primer plano. Un rostro que le es familiar y que prefiere no mencionar.
Se arrodilla con tanto esfuerzo que sus huesos parecen carcomerse entre si, y no evita reírse de si mismo -creo que eso lo envalentonaba- pero producto de su propio peso pierde el equilibrio desparramándose hacia atrás.

Te encuentras bien? se escucha de a lado de su fachada.
Una voz tan fúnebre como ecuestre solo podría provenir del viejo Mike, tan viejo y sucio como él mismo, aunque solo alcanzara a ver sus callosos y hediondos pies bajo una sombra que no deja de mecerse, sabía que era él. Su único vecino. Ya no había gente cuerda en ese maldito barrio. 
Mejor que eso, estoy ¡A un metro del puto infierno!— exclamó Chaun con sarcasmo de mercado, tratando de incorporarse. 
—Lo dije porque tienes el trasero arruinado... 
—¿Es por la maldita pijama?— replicó Lennox, todavía en el suelo, abrazando sus rodillas. 
—No, por la sangre que te cae(...) Necesitas usar pañales como yo. Alega Mike con una displicente sonrisa.
—Viejo bastardo ¿debo morir para que me respeten?(...) 
—Acabas de besar las puertas del infierno y no te han permitido cruzarla. ¿No has probado entrar por la puerta falsa? Luego de esa breve alocución otro breve aunque menos breve silencio desafía la ansiedad.


El sabio ronroneo escondido en las sombras había calado la lógica de Chaun, al punto de dejarlo mudo, presa de su propia mirada perturbada.
—Necesitas más que un arma y tus pelotas para acabar lo que tu mismo empezaste. Ahora entra y duerme. Y no olvides lavarte el trasero. Sentenció esta vez, a viva voz el misterioso Mike al tiempo que se retiraba lentamente.

Para Chaun la mañana empieza así, como la existencia de los pájaros carroñeros cruzando las trincheras de su longevidad en su propio oráculo. Y la mañana sigue siendo tan fría como el intermedio de sus talones y el mango de su pistola.

— 5

miércoles, 2 de febrero de 2011

Es pálido

Quiero escucharte decir lo que sientes
Pues el silencio que sale con el ruido duele,
como la mirada que rodea la incertidumbre
al comprobar que las lágrimas no son la respuesta
y las sonrisa se esfuman al caer la noche,
cada despedida, cada domingo; duele.

Puede que esté escrito,
puede que venga con la niebla,
puede que un día cambiemos una semana
aunque solo dure un mes,
aunque se acabe mañana,
pues duele esa distancia atada al adiós.

El sol no irradia mi rostro,
las estrellas no parpadean cuando no estás aquí.
Los días sin ti parecen ser años,
es por eso que el silencio
duele más que un grito.

Y aún así
al amanecer,
puedo ver el camino hacia atrás
a través de ti
cuando me abrazas.

martes, 1 de febrero de 2011

(De "Leyenda Negra" página 4)

Sale a toda prisa llevando puesta la pijama improvisada hecha de adornos manuales de Jenny, con detalles que podrían confundirlo por un comediante. En realidad en el fondo lo era, se sentía así en medio de esta patraña. Las piernas teñidas en sangre y su vieja eagle en la mano derecha, descalzo y despavorido. Así afrontaría Chaun su venganza.

No pudo protegerla. Estaba destinado a la tragedia, parecía que ni las ratas apreciaban su presencia. Fue lo que desprendió a Chaun del precipicio. Sentía como que ya no tenía nada que perder. Pero hiciera lo que hiciera, nada cambiaría nada, su vida no regresaría. Ahora estaba completamente solo, una vez más, y también loco. Igual no podía estar más loco. 

         Sus designios se encarrujan como en aceite hirviendo. Todos corren yendo y viniendo, saboreando lo que parece ser la luz del crepúsculo, esa que busca escapar de la reclusión llamando a la ilusión. Diez minutos de digna mentira. Su mundo es el submundo, una cloaca sin salida.

Los mugrosos borrachos fuera del viejo bar, los niños de la plaza, las meretrices cizañeras en la esquina, todo era materia de sospecha. Necesitaría más que indagar para estar seguro tras de quien iba.
El conocido olor a cigarro guardado, reduce la esquina de esas putas a cimientos donde solo un tipo sin nada que perder como Chaun se atrevería a franquear. Preguntar y rearmar el puzzle, desde abajo...
¿Qué hacen dos mujeres como ustedes en este puto lugar eh? ¿Cazar palomas? ...Chaun cuestiona como quien pregunta en voz baja, y prosiguió...
¿Cómo puedes conservar tu cabello intacto?... Hey pero que veo...jeje, tus cejas se están cayendo, pero no tu cabello... 
Porqué no te largas ya viejo decrépito... Increpó una de las putas, de aspecto intimidante, y tan fea y ruin que su propia descripción caería en las lagunas que forman sus negros y profundos ojos.
Tranquilas, acabo de llegar con las buenas nuevas, increpaba Chaun sin dejar de mascar el chicle de hace dos días.
Pues vete con ellas anciano. Dios te abandonó hace mucho tiempo, el diablo te tiene miedo y nosotras no te queremos aquí. Las putas dieron media vuelta y sin dejar de mirarlo entraron al bar de la esquina por la pequeña puerta a sus espaldas. El humo se disipa a medida que Chaun abandona la escena, mirando retadoramente a esas mujeres de mundo, que irritan al sol mismo.
Chaun, el viejo Chaun, solía ser un pez girando al revés, presa de su propio mar. Del sistema, del cual pretende quedar exento. El sistema que mimetiza egos, confundiendo risas con llantos y ambición con perfidia y al cual ahora, debería acceder. Era como meterse por entre las tuberías de esos torrentes llamados submundos urbanos.

Ahora el viejo ex mercenario se arrincona en la esquina en el que aún aletea el olor a perfume de gitanas, abatido, observando el mundo ir y venir, esperando caer pistas como pica picas al cruzar la avenida. No estaba pensando con claridad y lo estaba notando, cada vez con menos lucidez y vestido de esa forma solo lograría el rechazo de todos. Un buen baño y un café pasado eran más que urgentes.

— 4

Posibilidad

Viviremos en el recuerdo.
En un lugar sin tiempo,
en un paraíso sin penumbras,
en un firmamento siempre azul,
en la dulce melodía de tu guitarra.
Aunque el tiempo pase,
aunque las sombras se amotinen,
aunque el cielo ceda a la lluvia,
aunque el silencio atrape la canción.
Viviremos en el recuerdo.

jueves, 27 de enero de 2011

3

(De "Leyenda Negra" página 3)

Se detiene donde se termina aquel largo camino de aspecto de lejano oeste, en el cual convergen otras tres de menos longitud pero todas más frías que la próxima comenzando por la que inicia de más al norte, de figura serpenteante y repleto de piedras salpicadas seguramente por los muchos camiones de transito pesado que recorrían. La del centro que era una especie de embudo pues acababa en un estrecho cuello que terminaba en un manantial que en realidad era estercolero y la que se prolongaba más al sur, más extensa en largo y ancho que las otras dos parecía nunca acabar y estaba rodeada de una niebla polvorosa y algunos solitarios y achacosos robles. El frío boreal parece congelar los quijotescos sueños y su ensimismamiento cede a la impaciencia.

Pone su mejor esfuerzo por evitar hacer ruidos al entrar a su vieja casa, ha pasado mucho tiempo. Acostumbrado a levantarse con el característico beso de buenos días de la niña dorada -siempre despierta antes que él lo haga- el sonido del chorro de agua proveniente de la ducha al final del pasillo, lo llena de curiosidad. Ese mismo deseo que lo hace levantarse y dirigirse lentamente hacia el baño. Retira de sus enormes pies sus viejas botas de color pardo, intentando ser lo más sigiloso posible.
Tan pronto ese silencio se desploma: la puerta entreabierta deja ver lo que parece ser, charcos de sangre emanando del baño. La bañera desborda tanta agua que parece limpiar la escena aquella. Miró antes de entrar por sus costados, murmurando con su propia sombra, desconfiando hasta de si mismo. Intuía lo peor, Jenny, la persona que más ama se estaba esfumando de su propia vista, sin que el y su cancerígeno cuerpo de cien kilogramos pudiera hacer algo.
Refutaba miles de cosas, mentalmente, impávido ante lo que había ocurrido, preguntándose porqué ella, porqué no el. Se unió a ese festín encarnizado, paso a paso, sintiendo la sangre filtrarse a través de sus erosionados vellos succionando su alma. Arrancando la libertad que aquella niña le dio.
Pero no había cuerpo para tanta sangre. Solo toallas y restos de papel en el piso. Eso le dio una ligera esperanza, por no decir un pretexto para buscar venganza. Se habían llevado el cuerpo de su amada Jenny en su propia cara - algo que no podía admitir- o le estarían tendiendo una trampa.  

Su sonrisa se desvanecía bajo la luz y su piel se hizo tan gélida como sus uñas. Chaun se queda mirando a la nada, desorbitado como la jauría de perros sin presa; buscando cabos por atar, lo que había olvidado producto de su ira y lo que su instinto animal le devolvería en segundos de lucidez. Lentamente se dirige a la ventanilla de la parte superior de esa bañera sin importarle desparramar más sangre, sin buscar evidencias más que siguiendo su intuición.
El rostro ojeroso, gris, devastado. El viejo rostro de la guerra había regresado. Su sed de venganza subía y bajaba rítmicamente y la sonrisa jamás le volvería al rostro. A menos que dibuje una de ellas en los rostros de sus enemigos. Cinco años alejado del submundo, una promesa que solo rompería por ella. Y el viejo Chaun, hacía las cosas a la vieja usanza, no importaría cuantos cayesen, por recuperarla, pues no es un sueño, no es un recuerdo. Lo está viviendo, nuevamente agazapado, entre la basura atómica. Aunque no diferencie entre realidad y ficción.

El mar de luna sin calma se deja escuchar desde la ventana, en la clandestinidad del amanecer [...]

3

miércoles, 26 de enero de 2011

Behind me !

Conocí la sombra del océano
cuando circunda el muelle.
Y conocí la penumbra de las estrellas
al caer el alba.
Conocí el color de mis huellas
y su rastro al correr.
Y conocí también el miedo
cuando el sol se oculta tras de mí.

En ese solo andar te conocí,
sobre el faro mirando Venus.
Te recuerdo de la eternidad,
en la mente dormida,
en sueños que parecen
irreales deseos,
sin saber donde ir.

Haciendo polvo la distancia
moldeados por la ilusión ,
haciendo volar nuestra mente,
aferrados a los columpios,
respirando el mismo aire.

Y entendí que por ti...
los miedos perecen
los muros caen, por altos que emerjan.
Y entendí que...
la lluvia cae
y cubre todo lo que conocemos.
Y entendí que...
por sobre todo tu estás allí
conmigo.

lunes, 24 de enero de 2011

Quizás sea posible ...

Nuestra historia comenzó
una tarde cualquiera,
jugando a la casualidad de los dados,
por los muros trepados
que llevan al campo
donde la espiga crece lentamente,
como la esperanza evadiendo la niebla furtiva.

Dejaste que mis huellas mueran en la arena
y mis labios resuenen por última vez,
desnudando tu sonrisa,
haciendo poesía mi caricia,
dejando ese olor a tierra
tras la lluvia caer.

Me has quitado el frío
abriéndome el pecho,
sacando de él la daga
que incrustaba mi alma
y has bañado con mis propias lágrimas
esa pena que retenía mi ser.

Eso que las respuestas no pueden preguntar
y las ecuaciones moldear,
pues tu sonido inunda toda razón.
Me enseñaste que
mis cadenas no tienen llaves
pero mi corazón si,
y haces una alcoba de él.

Y es por ti que entiendo ahora
que el amor deja ausente el miedo
y congela el futuro en su resplandor,
que el pasto es verde día y noche,
y que para cada cielo azul hay un mar azul
aprendí que un corazón abierto no cierra
cuando entra en él el amor.

Freedom

Los molinos serpentelantes
descomponen nuestra balada
tus manos sobre mis hombros
la réplica de una ecuación
de perfecto Mozart

Cantemos sin bliss
Noviembre se fue
y su revoloteo por fin
coreamos revolution tres veces
revolution of love una vez

La oda se hace grunge
golpeando las linternas
saltando de a tres
los callejones de la vida
capturando el alba

Cantemos sin bliss
Noviembre se fue
y su revoloteo por fin
coreamos revolution tres veces
bailemos otra vez.

viernes, 21 de enero de 2011

2

(De "Leyenda Negra" página 2)

Sus vagos recuerdos de treinta años atrás lo llevan casi por acto involuntario al sometimiento de la culpa y el esfuerzo. 
—¡Maldito mundo!—asintió agobiado. 
Sin dudas su cólera arremetía contra si mismo, en tanto más se esforzaba, más se olvidaba de lo que intentaba recordar. Recordaba el rostro de Jenny pero no lograba enlazar una escena entre ella y el. Era como si la guerra le hubiese borrado parte del encéfalo y sus recuerdos se desparramasen a la intemperie. Más de sesenta años viviendo como una escoria y sin embargo, no podía establecer contacto con un simple recuerdo, limpio y sereno. Era como si intentase pescar en una piscina, se sentía inútil de no poder hacer algo tan simple. Más simple que acabar con una vida, las decenas de vida que se carga consigo el viejo Chaun.

El viento arremete sin clemencia y algo en ese frío atómico le trae delante de si un recuerdo, por fin uno. Jenny toca el piano en la iluminada saleta de su otrora casa en los suburbios y muy cerca por entonces el joven y lúcido Chaun preparando un suchi, el humo caudaloso de su cigarrillo y el éxtasis en sus ojos de lo que para el era comparable a una sinfónica en París perpetuarían ese recuerdo.
Jenny era una prodigio con el piano y odiaba el cigarrillo. Salvo si Chaun -a quien se obviaba, quería como a un padre- lo hacía mientras ella tocaba del piano. 
La recuerda mirando con sigilo la ventana que daba hacia el jardín lleno de jazmines que la misma Jenny mandaba a plantar, asegurándose de que el viento no filtrase por las persianas y su dorado y delicado cabello revoloteara sobre sus ojos, echando a perder el festín sonoro, tan confortable para su amado Chaun. 
—¿Deseas beber agua? —recuerda preguntar. ¿O quizás quieres bombones?
Jenny asintió con un ligero movimiento de cabeza. Deseaba no equivocarse por dar respuesta al cordial suplicio.
Recuerda besarla al llevarla a dormir situando sus dos muñecas favoritas a cada lado de la cama, amoldando las almohadas al tamaño exacto de su delicado cráneo y tapándola con las sábanas para acomodarse a su costado y contarle el cuento de siempre, el mismo de hace 3 años, Den standhaftige Tinsoldat. Chaun nunca se sintió tan dichoso. 

A su vez que ese recuerdo se esfuma en la nada, se pregunta que tuvo que pasar para convertirse en un ser rupestre y carroñero. Porqué involucionó de tal forma que hasta su alma parecía resquebrajada y negra como el ambiente hostil de la guerra de ese espacio subterráneo. Como las sombras al costado del camino augurando la noche.

La linea en el horizonte se hace parabólica y su recuerdo una vez más se pierde en ella. Pero permanece agachado, sosteniendo la muñeca. Aguardando. Como el lobo bajo la luna llena.


— 2

jueves, 20 de enero de 2011

Leyenda negra

Leyenda negra

Ha quedado aislado entre su pena y la retícula de su sueño. Chaun Lennox ha convertido su histerismo de antaño en furor y esperpento. Como el tren que ronda la noche, acechando el ruido del pasto con su sigilo, rozando la pureza antes del ocaso. Ya no le quedaba fe en el mundo y sus armas no le servirían para salir airoso de esta guerra de mentiras.
El negro oscuro de la noche y el no perecer en ella eran ahora parte de su nuevo hábitat. Un héroe con sonrisa de medio lado, como satisfecho de su propia mierda evasiva de clichés. Lennox no creía ni en si mismo para comerse la charlatanería que rodeaba la suela de sus zapatos. Para él las reglas democráticas eran como el abono entre la basura. Basura comprando basura. Gente alquilando verdades.Verdades vendiendo dinero.

Sus propios códigos y su palabra eran lo único que lo mantenían en pie. Por no decir sus cojones. El viejo Lennox, sobreviviente de una guerra que él no comenzó, pero que se encargaría de cerrar a golpe limpio de pólvora, al estilo de un viejo western, escarbaba con sus botas -si es que se le puede llamar botas a lo que parece ser un tablero de pruebas de balística por donde salen miles de abejas que husmean entre la pezuña-  por entre los bloques de cemento de lo que fue un día una ciudad emergente, la cúspide de los pecados salitrosos. Esperaría encontrar quizás un billete de lotería, que jamás canjearía, o tal vez un poster de Marilyn Monroe.

El brillo dorado entre los restos desechosos le hicieron creer que se cumplía uno de sus cavilaciones.
Una muñeca se dejaba ver bajo una caja que la mantenían nueva, como una cúpula anti neutrónica. Se quedó quieto, sumido en la cara de cuento de esa muñeca dorada. Inmóvil, símil a la quietud de sus viejos camaradas pisando minas tras escuchar el clic detonante, viendo décadas de fracaso en el breve clic de ese sonido que sería el último de sus pobres vidas.

Las colillas inmersas por entre la punta de su lengua y sus dientes caen por acción de la sorpresa, el alquitrán esparce su sabor a ceniza y resignación que ennegrecen sus recuerdos y su erizada barba blanca de miles de batallas le han dejado dibujado un mapa en su rostro. Lo único blanco en su rostro, sus feas barbas. Ni siquiera sus dientes son blancos.

Se agacha con el único esfuerzo que le permite su vejez para tomar con su manos la muñeca bajo de si, retirando con cuidado el cigarro en el, como levantando un muerto, esos que le eran tarea de todos los días en la guerra. De cuclillas mirando el humeado horizonte toma con cuidado la muñeca, como rescatándola de esa inmundicia.
Esa muñeca le recuerda a la pequeña Jenny. Jenny le dio la paz que jamás encontró, que jamás tuvo. Era su cómplice silenciosa... Era un recuerdo poco ecuánime, el camino de regreso era largo, muy largo.

— 1

lunes, 17 de enero de 2011

Hasta pronto

De que sirve la elocuencia,
de que vale la persistencia,
los preceptos gramaticales,
en rimas demenciales,
retar el odio con amor,
jugando a ser escritor.

La ironía de la pulcritud
a un paso del talúd,
inventando fantasías
en frases vacías,
puntos al final de una oración
y coros melódicos de canción. 

Jugando con recuerdos,
soñando como despiertos.
De que sirve
lo que nadie percibe,
escribiendo a diario
en lo que no es un diario.

Mi tiempo es oro
y ahora lo valoro,
reverencia al populismo
displicencia al cataclismo.
Humo negro es mi bandera
como piel de pantera.

Los aplausos no me dan de comer,
mis escritos no los han de leer,
mi rutina se calcina
como niño en la cantina,
mi tiempo mi vida es
como el sol mi luz es.

No anhelo reconocimiento
tampoco detrimento.
No he perdido inspiración
pero si motivación,
el juglar cansado de gritar
ahora se debe distanciar.

domingo, 16 de enero de 2011

Ignorante mayúsculo

Su rima sin ritmo
en la popa sin remo va,
como resplandor infralunar
arengando el cantante juglar va.
Sus acentos oblicuos
como vientos perspicuos
apología de un arpegio,
deletreado cual prodigio.
Canta la elegía blandicia
destinada a la inmundicia.
Al pie del sucio poema
el hentai es un dilema
y el juglar en la acera
teme ser una ramera.

sábado, 15 de enero de 2011

Risas

Risas demenciales acompañan nuestra huida
de la villa sin fondo,
por las escaleras los pecados van volando
y las ventanas echando fuego de ellas.
La vista atrás para ver de lejos un espiral
alrededor de la rosa marchita,
contraste de barro y soledad bendita.
Mirada coloidal a nuestros recuerdos
y el cuento de monjes
en una botella
flotando sin norte.
No corras, siempre estuvimos descalzos
a solas retando las risas.

viernes, 14 de enero de 2011

Slogans de paz

He soñado con colores:
el verde del valle bajo la sombra,
el índigo de la corriente,
arrastrando silbidos
y el rojo del sol contrapuesto
preguntándome por la brisa
en el sendero del mar.

He soñado también con sabores,
como el confite en tu boca
en la insinuante habitación que delata.        
O el chocolate cantando
al ritmo de un suspiro.

Y he soñado
Que la lluvia salpicaba la luz
y la vehemencia de tu piel
anidaba en terreno baldío.

Sentado en un sillón
Mis sueños tejían fantasías
y las agujas del reloj
cruzaban las piernas,
seduciendo al viento.

jueves, 13 de enero de 2011

Ruta

Ruta de una sola vía que se escapa de ti
el sonido se atenúa bajo el alba
al llamarme desde lejos
armonías casi extintas sobre nuestras culpas
y el azar como espejo para la suerte

Los retoques de la desilusión
arrastrados a nuestros pies
los pajaros nos conversan
sus indescifrables secretos

Avanzando como el camaleón
camuflado en el negro asfalto
los héroes de nuestra adolescencia
yacen en cuadros sepia

Ruta olvidada de musas apolíneas
soberanas de la vaselina
contando los pasos enterrados
atrapados por la canción
inerte de dos seres sin destino.

miércoles, 12 de enero de 2011

Matiné tropical

Tenía once cuando mi madre me llevó por primera vez al cine. Recuerdo el tránsito de incertidumbre divagar por mi mente cuando me lo dijo mientras veía por teve un anime que aparentemente era Mazinger Z. No le hice caso, así que se acercó a mi, me tomó del brazo y me dijo:

Vamos hijo, está baratito... verás las imágenes bien grandes, te gustará...
Ay mami, todavía no acaba— le dije, abordando su invitación. Por supuesto mi madre no dejaría de insistir... continué en el piso observando esos dibujitos robóticos, que curiosamente hasta hoy me gustan. Deliberaba silenciosamente en si debía ir o no pero sobretodo, qué era exactamente el cine y que implicaba ir o no ir. Siempre permanecía cerca al televisor, tanto como pudiese. No se tenía el lujo de contar con mandos a distancia en esos años y las imágenes emitidas no provenían de una señal abierta y menos en alta definición. Todo a golpe de muñeca y muchas tostadas con mantequilla.

Bueno, entonces te iras castigado y no verás televisión hasta mañana— prosiguió mi madre, al tanto avanzaba hacia la cocina, como para dejarme pensando. Naturalmente así lo hice. 
Maam... ¿Qué  ropa me pongo?acoté, poniéndome en pie lentamente.
Tu overol nuevo y el polo rojo. No te demores.

La primera idea que me generaba el cine en ese entonces -de poca difusión pública- era la de mucha gente saliendo de un mini teatro con pop corn en sus manos y los ojos enrojecitos. No tardaría en afirmar luego, lo que avizaroba ser un tonto cliché. Pero era innegable que sentía un escozor en mi piel, propia de las primeras veces. Lo más cercano a mi experiencia con el cine eran las viejas películas semidocumentales de los setentas que traía el abuelo luego de sus extensos viajes o los videos en VHS que compraba mi madre para entretenerme durante mis vacaciones. Eso y los talleres de teatro de la escuela. 


Salimos de casa mi madre y yo no sin antes apagar el TV. Era de día recuerdo, una función matinal y más aún, que me alejara de uno de mis programas favoritos entonces, debería ser algo que valiese la pena. Era un niño revoltoso y bastante engreído. Bueno, quizás aun lo siga siendo.
Llegamos a la plaza principal de la ciudad, donde decenas de viviendas hechas con los años negocios, en su mayoría galerias y restoranes, conservaban su aspecto colonial. Estilo inspirado de viejo retablos con un blanco casi como el marfil cubriendo sus altas fachadas y formas que evocan tiempos criollos. El viejo cine, El Tropical, era en esos años el único en su clase. Solía hacer las veces de teatro, cine y talleres de danza. Había poca gente en sus afueras y al ingresar, enormes carteles adornaban sus paredes. Los estrenos llevaban una iluminación especial y otras que se presentaron meses atrás, aún permanecían pegados, aunque no tan estropeadas como debía suponerse. 
Mi madre fue a boletería y yo esperé, cautivado visualmente, contemplando eso que parecía un palacio. Ahora si podía apreciar algunos niños entrando a las salas, cubiertas por unos telares rojos y una luz emanando de ellas entre la oscuridad. La curiosidad por ver más me llevó casi a la entrada de una de esas salas, apunto de entrar.


Ya tengo las entradas hijos, ven es por acá...
¿Y qué veremos ma?
King Kong hijo me dijo en tanto avanzábamos.
¿King qué? o como fuese, no llamaba para nada mi atención pero me sentía cautivado por lo que mis ojos habían visto hasta allí y no había lugar para pensar que dentro de la sala las cosas no serían igual de interesantes. Mamá me tomó de la mano y entramos, sin hacer cola. Esa función apenas tenía público que se contase con los dedos de las manos.
Recuerdo una enorme sala muy oscura y una enorme escalinata delante mío, la misma que por sus costados tenía accesos a los sillones que hoy son butacas y detrás mio, al ir avanzado podía ver la luz del proyector en parpadeos cónicos que contrastaban en el fondo de la sala donde yacía una enorme pantalla donde podía verse la película que ya había comenzado.
Nos sentamos en casi todo el centro, pero en realidad teníamos toda la fila entera para acomodarnos y aunque muy oscuro, la imagen proyectada hacía las veces de reflector. Nos acomodamos rápidamente y aunque no recuerdo bien si mi madre traía algo para comer y/o beber en ese momento para mi era tan irrelevante como que llevaba puesto y que hora era. Era esa película y yo, ese cubo newtonista y mi nueva percepción visual. La grotesca imagen del enorme simio pisoteando la ciudad y la bella doncella como contraparte, el enorme ruido y la emoción de ese primer y grato momento no se olvidan, aunque pasaran más de quince años. Una curiosa remasterización de la versión original de 1933. Por supuesto esto no lo sabría sino hasta más de una década después.

Me centré tanto en el film que apenas recuerdo a mi madre sentada a lado mío y menos aún, en que momento salimos, sólo se que esa experiencia me indujo a ser un amante del cine, por lo que muestra y hay tras ella. Lo curioso es que esa magia de la primera vez aún vive en mí, cuando asisto a un estreno por mala que fuese la película. El cine ha cambiado, pero no su esencia.

 

Aveces

  A veces quiero ser halcón
y sobrevolar mis propios miedos.
  A veces quiero amar las matemáticas
y otras veces huir de la universidad.
  A veces quiero creer
pero casi siempre desfallezco en mi propia apatía.
  A veces quiero esconder mi deudas en cajones de acero
pero acabo metido en ellas.
  A veces añoro días de cuarenta y ocho horas
y otros días, la noche pretérita.
  A veces deseo congelar el amor
y otra vez creer en él.
  A veces intento orar y suplicar
pero al abrir los ojos me veo yacer entre el ocio.
  A veces me arrepiento de no haber perdonado
pero el tiempo tiene prisa.

  Alguna vez escribí en prosa
y ahora en sonetos cromáticos.
cinco veces al día,
dos horas por semana.

  Alguna vez dije "te amo"
y no fue cierto.
Cuatro veces amé
pero tres veces mentí.

  Alguna vez te vi partir.
y no lo evité,
una sola vez,
una sola vida.

  A veces olvido.
  Algunas veces recuerdo,
pero nunca sentí a pleno
ese amor colgado sobre el arco iris del que todos hablan,
ene veces.

martes, 11 de enero de 2011

Vocablo

Qué es veneno sino ...
el deseo mimético 
al sumergirse en nuestra discordia,
caminando en una linea que no es recta
y los recuerdos borrosos
suplicando la marcha atrás.

Tu mirada no miente
pero esquiva,
tu sonrisa espacial es evidente
pero lasciva.

Nuestros miedos divagan
en la noche sublunar,
emigrando junto al péndulo
el reflejo de sus pasos.

¿Qué es el amor entonces?
el pez bajo la pirotecnia,
el suplemento del complemento,
el rojo hecho guinda,
desnuda ...
como el alma bajo nuestra piel de cristal.

lunes, 10 de enero de 2011

Inercia

Espectadores de un circo burgués.
Función nocturna en asientos reservados.
Espectadores de una función que se suicida,
sucumbiendo en su propio kipple.
Enigmas bajo antifaces.
Las risas evasivas ofuscando el llanto
de un melodrama vanguardista.
No saben nada sin repasar el guión.
Aplausos envenenados;
el rito de la vanidad de Adonis,
hablando de la vida como de un muerto,
en un circo vip o un camal de puercos,
el mensaje es el mismo:
hablan del rico hecho rico,
del pobre más pobre;
hablan del hombre como ser volatilizado,
mártir de especuladores.
El actor sabe lo que la masa quiere:
un billete de cien dolares colgando de si
y todos de pie en coro inerte y marcial.

sábado, 8 de enero de 2011

Onomástico

¿Se puede postergar un onomástico?
¿Remar con guitarras sin cuerdas?
¿En la intoxicación estética del llanto?
¿Se puede jugar a solas?
¿De a tres con el ajedrez?
¿En la dimensión emparentada del pánico?

Conspirador de mi propia anarquía
pedaleando en la oscuridad,
jugando con bolas de papel hechos regalos,
los endebles cigarrillos consumiendo la rutina.
Vivo en el pasado, es lo único que se.

Mi onomástico a capela,
palabra contorsionada en risas simuladas,
cenizas acuíferas
del día más triste de mi triste año.
Uno mas uno no es dos en mi universo.

Sunday 1.20 a.m

Quiero fumar tabaco dormido
soltar el ancla, hundirme en el perfume
de tu voz encantatoria, de sirena del ártico

Mis sonrisas póstumas como pelota en un pesebre
propuestas a la intemperie
y el blanco de la luna menguante deformado en mis grietas

No estoy blindado
mi balcón se desprende bajo la niebla
de la hostil noche negra

Ese libro ya lo leímos
el mismo café, la dama de la casona, las luces del muelle
Apostemos quien llega último, sin correr

Quiero vivir sin estar vivo
vivir para creer en mi disforia
domando leones, comiendo perdices

Inmersos en un sueño en el cual 
es imposible crear nuevos recuerdos

viernes, 7 de enero de 2011

Hablando conmigo mismo

La intermitencia de lo que debe ser real
fluye de las paredes que me delinean
inseguro de mi propia reflexión
respiro, nadando sobre el tizne

¿A dónde vamos luego de haber estado en la luna?

Es fácil correr
y dejar el dolor tras la almohada
el calendario se consume en tu marea
y el exilio tras tus ojos

Estamos solos bluffeando a la vida

Se siente como merezco lo que no me pasa
la caída en el vacío retumbando el fondo empapelado
y las mentiras de labia procaz

Los peones con cara de poker miran de soslayo

Media verdad apuñala media onza de amor
la soledad es la ficción de los llorones
tras sábanas de rosas frescas

Muchas veces el adios es la única forma.

jueves, 6 de enero de 2011

Mis mierdas en el sendero de la locura

El buen ánimo se deletrea,
el desgano se esparce
y los sueños diseminan
como pólvora de cantimplora.
Mis manos no dejan de temblar,
escribo de revés
del amor sin sentido,
de mis contiendas internas,
de las ilusiones atadas
en besos amarillos.
El eco en la cúspide cae dos veces,
el maquillaje se decolora
como la sonrisa del gato,
los geíseres apuntan al cielo
sin tocar un amanecer.

He regresado al mismo punto,
no me interesa regar esperanzas,
sigo respirando del cielo,
ese que abate mis creencias.
Debo callar quizás, correr descalzo quizás
pero nadie llegará a salvarme,
estoy solo, subraya la soledad de mi soledad.
Pegado en la ciénaga,
flotando en sollozos,
amando sin ser visto.
Solo, creyendo que el amor se vende en mercados,
moldeando secantes de sonrisas acrílicas,
retando el sueño de mi propia fábula.

miércoles, 5 de enero de 2011

Diptongo

Refugios imantados,
remixes bifurcados,
risas amorfas,
rimas atrofiadas,
Amor subliminal,
ansia intestinal,
anomalía espectral,
antagonismo terrenal.

Es lo que veo al cerrar los ojos,
Es lo que escucho al juntar mi rima.
Es lo que soy

El arcade de mi propia versión demo.

Piedras

El deseo pueril de masas ahogadas en su propia sed.
Un diseño de una vida irreal.
El buitre merodeando, los chacales aguardando,
los habitantes de la plaza, en la ciudad de los lamentos.
Sobre las piedras.

Es cuando...

El reflejo soleado segmenta la selva negra
de hierro y ladrillo.
Los encapuchados de la cripta, idos y coreografeados
van por ella atados,
desfilando impávidos directo al vacio de sus penas.
El charco en la esquina dilata la verdad bajo el régimen sodomita.
El agua tiembla...

Cuando los sueños quedan dibujados en papel
y la tristeza a doble paso,
hacen pic-nic en resoplidos lánguidos.
Cuando la verdad evade la sinfonía
y nuestro sudor hisopado
divulga el enigma de sombras volátiles
...el reloj se niega a girar.

Es cuando...

Caemos lento,
enfilando nuestro orgullo y fanatismo,
vacilando de nuestro propio morbo,
mirando de lejos la ciudad mutilada.
Sobre las piedras.

martes, 4 de enero de 2011

A song for Maya

Me guardarás un secreto
te lo diré si te quedas cerca
Me has tocado sin hacerlo
Ese aire allá afuera es nuestro
lo tomaremos bajo la sombra

Caminemos bajo el puente
creeremos que todo es verdad
Cuéntame tu vida, dime como duermes
Ese aire allá afuera es nuestro

Todo lo que necesitamos está aquí
y lo encontré en tu corazón
en el aire, en la sombra bajo el puente

Ahora miremos el cielo
Tengo muchas estrellas que darte esta noche
las tomaremos bajo la sombra.

lunes, 3 de enero de 2011

Aceptación

Olvidado en un cajón yacen los recuerdos,
los relatos apolillados en el costado
como destellos tribales.

El niño juguetea en el sillón
y el laberinto atemporal resuena,
la miseria es vacia como vacios son los llantos ajenos.
El niño se pregunta porque juega con su destino,
no le teme a la muerte sino a la vida endeble.
Las texturas de la habitación,
los sollozos de la noche y el frío nebular,
todo confluye en sus manos.

Su desnudes sigue quemando,
la piel mórbida se reseca al mirarse
y los hilos de la vejez,
esa vejez que pronto no le será ajena
llegará con sonrisas trilladas,
y el niño metamorfeado acabará
atado en sus propias manos,
con la disonancia de la sucia espera.

El niño deja el sillón y se refugia en su cajón
con el destino follando el espejo,
sin importar si Lennon guarda luto.

domingo, 2 de enero de 2011

Dirt

Mis pasos caen en el lago
y todo alrrededor es lágrimas y pataleos
Los caminos no conducen a nada,
incluso si pretendemos volar,
sin embargo te veo en la fosa.

Los peldaños caen como domino,
dejando el equipaje suelto,
actuando como si nunca hubo amor.
Tengo muchas cosas que aprender.
Me mantengo en pie, pero incompleto.

El odio lentamente desvanece;
es ir contracorriente por chocolates.
Rompiendo los supernovas.
Haciéndonos de lado en la ruta sin sentido.
¿Cuál es nuestra historia?

Nuestro destino baña la melancolía,
con susurros gospelianos, el desgano del espíritu.
Pero la esperanza es como una roca 
y mis estrofas sus torrentes lujuriosos.
... De nuestra historia incompleta.